Diario de León

La última esperanza para la especie

Valsemana inicia en mayo los primeros trabajos para sacar al urogallo de su inminente extinción

Tras invertir 1,5 M€, la Junta ultima las obras del que será el centro de cría e investigación más importante del país

León

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León contará el mes que viene con el centro de reproducción del Urogallo Cantábrico más importante del país. Las obras para la construcción de este moderno complejo avanzan a un ritmo frenético en la finca que la Junta de Castilla y León tiene en Valsemana, municipio de La Ercina, para que ya en mayo comiencen los primeros trabajos con los que poder rescatar a esta emblemática especie de la Cordillera Cantábrica, declarada en 2018 en peligro crítico de extinción. «El declive de la especie está siendo brutal en los últimos meses, por lo que hay que actuar ya», explica el director general de Medio Natural de la Junta de Castilla y León, José Ángel Arranz, quien asegura a pie de obra que «este centro es la ultima gran esperanza para la especie».

Con un presupuesto cercano a los 1,5 millones de euros, financiados a través de del Fondo del Patrimonio Natural y la Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) y por la propia la Junta de Castilla y León, el complejo se perfila como el más pionero de España, tanto en la cría natural y artificial de urogallos, como en la investigación de la especie. «Ahora mismo es el proyecto más importante de recuperación de especies y de conservación de la biodiversidad del país», asegura Arranz.

El proyecto nació en 2018 de la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente celebrada entre el Ministerio para la Transición Ecológica y las comunidades autónomas para tratar de revertir el imparable descenso poblacional de esta especie. En esa misma reunión se liberaron fondos para la realización del primer censo oficial, que se llevó a cabo ese mismo año y con el que se comenzó a poner cifra a crítica situación en la que se encuentra la especie, otro para el control de predadores en las zonas más próximas a los cantaderos que supongan una amenaza para su supervivencia y otro para la captura y radioseguimiento de ejemplares. En esa misma línea, se invirtieron cerca de 2,5 millones de euros en la mejora de los hábitats, y en la restauración de ecosistemas.

David Cubero (al frente) y José Ángel Arranz (detrás), explicando las obras en Valsemana. RAMIRO

Pero nada de eso sirve si no se consiguen nuevos pollos. Por eso, todas las esperanzas para la recuperación de la especie están puestas ahora en este centro de cría que desde el primer momento capitaneo la Junta de Castilla y León y que fijó en León el epicentro de toda su actividad.

«Lo que hemos tenido claro es que no podemos seguir trabajando en la documentación de la especie, hay que actuar ya para evitar que desaparezca», explica David Cubero, jefe del Servicio de Espacios Naturales de la Dirección General del Medio Natural de la Consejería de Fomento, y una de las personas más implicadas en el proyecto.

El centro de cría fue aprobado en 2019 de urgencia, de hecho se fijó un plazo de seis meses para su redacción y de 18 para su ejecución, pero los responsables de su diseño decidieron invertir los tiempos. «Decidimos dedicar la mayor parte del tiempo en diseñar unas instalaciones lo más punteras posibles ya no solo como centro de cría sino como centro de referencia y de investigación», asegura Cubero, que se dedicó a bucear entre otros proyectos similares, como el de Sobrescobio, en Asturias, el de Esterri de Aneu, Llieda, el de Wisla en Polinia, y que ha mantenido encuentros con criadores de prestigio internacional como José Peapan, en Inglaterra, Alistair Mackie, en Escocia, José Luis Carranza, en Castro Urdiales, para hacer del centro de Valsemana el más puntero del país y recabar experiencias tanto públicas como privadas, que garanticen el éxito para la especie.

De hecho este centro va a combinar las dos clases de reproducción, la artificial –incubación e inseminación–, y la natural, con el objetivo de soltar una media de 50 ejemplares al año, en cualquier punto de la Cordillera Cantábrica, y conservar en el centro suficientes ejemplares para reforzar la reproducción.

«El gallo está en una situación tan crítica que o damos el salto a la cría artificial que nos permita producir ejemplares a un mayor ritmo o la especie desaparece», explica Cubero.

El complejo cuenta con un edificio principal repartido en una sala de incubación, laboratorio, sala de nacimientos, guardería, cocina para preparar su alimentación, oficinas y zona de viodevogilancia, clínica, sala de necropsias, vestuarios, etc. En este lugar trabajarán tres personas de forma permanente, pero la idea es establecer convenios de colaboración con la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, el Instituto de Biología Evolutiva del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IBE-CSIC), para incorporar más personal, y hacer de este centro un lugar de intercambio de conocimiento y de estudio.

Cría natural y artificial
El objetivo es soltar al medio natural una media de 50 pollos al año, repartidos por toda la Cordillera

Frente al edificio se ha construído un módulo de cría y voladero donde llevar a los pollos una vez que abandonen la incubadora. La parte más impresionante del proyecto son los módulos de reproducción, una fila para la reproducción artificial y otra para la natural, cada una con su voladero y con un cuidado empleo de los materiales. De hecho, las jaulas se han traído de Israel, las redes de los voladeros son especiales, de tipo marinero, para que las aves no se lesionen al volar y el enrejado del suelo favorece la limpieza de las estancias sin que los operarios interfieran en ellas. De hecho, su forma se inspira en los hórreos, para su mejor aislamiento y limpieza. En esta zona, de reproducción natural, el contacto con el personal es mínimo, para que los ejemplares tengan mayores garantías de supervivencia. Las hembras son las que tiene acceso a todas las jaulas para poder elegir los machos con los que reproducirse.

Todo el complejo, tanto el edificio como el resto de las estancias, cuentan con un complejo sistema de sensores y de monotorización que avisan a los trabajadores del centro de cualquier cambio de temperatura o de humedad que pueda poner en peligro la reproducción.

Los primeros trabajos comenzarán en unas semanas con una línea experimental de urogallos centroeropeos, no para su reintroducción, sino para adquirir manejo y experiencia por parte del personal del centro.

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