Hospital de Órbigo
«Solo vi a uno de los agresores, los otros dos estaban escondidos»
Manuel González, el sacerdote agredido brutalmente este fin de semana, recibe el alta
«Estoy mejorado y muy agradecido por el trato recibido». Esas han sido las primeras declaraciones de Manuel González, el sacerdote de 84 años que fue apaleado la pasada madrugada del sábado tras haber recibido el alta.
El fin de semana se tornó trágico para la localidad, cuando —según relata la propia víctima— una persona que se identificó como un peregrino que estaba cansado después de la larga caminata, buscaba un lugar para hospedarse durante la noche. Al no encontrarlo, acudió al albergue parroquial en el que reside el sacerdote. El cura le negó la entrada al hospedaje debido a que el visitante no tenía una credencial y por políticas de la diócesis no pueden acoger a aquellas personas que no dispongan de una acreditación en el refugio eclesiástico. «Le vi desde la ventana del albergue y como no se iba el transeúnte bajé a la calle a explicarle los motivos por los que no podía hospedarle, cuando se los di me tiró al suelo», relata González. «Solo vi a uno de los agresores, los otros dos estaban escondidos», añade.
Petición del sacerdote
«No quiero ser el centro de atención por lo sucedido y mucho menos ser noticia»
Según informó la Subdelegación del Gobierno de León, la agresión fue llevada a cabo por tres personas que se fueron del lugar de los hechos sin robar nada. «Me apalearon tres personas y después se dieron a la fuga», recodó con nerviosismo el clérigo.
Magullado y abandonado a su suerte a las 03.20 horas, el Servicio de Emergencia 112 de Castilla y León recibió una llamada alertando de una agresión en el albergue parroquial de Hospital de Órbigo. En estos momentos, la Guardia Civil está investigando y buscando a los agresores para esclarecer todo lo acontecido.
Este hecho ya es historia para González, que en palabras del alcalde de Hospital de Órbigo, Enrique Busto, «actualmente está bien y animado en su casa que es la mejor noticia que se puede dar». Aunque también cuenta que «se encuentra dolorido y asustado, solo quiere pasar página».
Enrique Busto
«El párroco actualmente está bien y animado en su casa que es la mejor noticia que se puede dar»
Busto se muestra consternado con lo sucedido y expresa que «es un hecho muy triste para el pueblo y más siendo una localidad pequeña en la que nos conocemos entre todos y Manuel es un vecino más».
A pesar de ser el protagonista de este lastimoso suceso el clérigo no quiere ser el centro de atención y mucho menos ser noticia. Prefiere que el suceso que ha quedado en el imaginario de la localidad pase al olvido y que la situación se normalice.