Hacia la Denominación

El propio consejero de Agricultura de la Junta, José Valín, declaraba solemnemente la concesión del marchamo el día 11 de octubre en el Ayuntamiento cerverense. El reclamo de la cecina de chivo sigue creciendo en porcentajes asombrosos y mantiene pujante una actividad industrial que gana día a día mercados regionales, nacionales y hasta foráneos, como es el caso de Méjico, que reclama también su participación en el goloso producto que prestigia las mesas más escogidas. Uno de los apóstoles de la cecina de chivo es Octavio González, Tavito, que recorre ferias y ferionas de toda España con la intención puesta en que se conozca la codiciada mercancía en la seguridad de que amplía su clientela en cada degustación, porque sabe muy bien que se cumple siempre el dicho popular de que «el que prueba repite». Otros protagonistas del evento, Gelo y Flori, también de la saga de los González, mantienen un ritmo de trabajo sin pausa alguna para poder ofrecer el día de la feria la macro degustación que el pueblo leonés espera cada año con más afluencia. La fábrica de embutidos que regentan presenta ese aspecto de laboreo programado, con el inconfundible tufillo a la chacinería casera, cuyo aroma estimula y casi alimenta a quienes entran de lleno en el santuario de las artesas bien repletas. El chivo, ese simpático rumiante, pasta entre los riscos de nuestras montañas, aprovechando los más inverosímiles vericuetos verdes que ofrece la naturaleza. Lo primero que hay que hacer para ofrecer una carne de calidad es seleccionar los animales, que deberán estar entre los dos y tres años de vida, así como también es necesaria la selección de los lugares de origen, a ser posible ubicados en las estribaciones de los Picos de Europa, en su más extensa localización montañesa, teniendo buen cuidado de que hayan sido castrados en temprana edad. Luego el sacrificio, destace y una nueva selección: la de las piezas que se han de curar. También el momento de la curación es crucial para conseguir el delicado punto que exige la textura fibrosa de las carnes, la discreta salazón de las piezas, el escurrido, el ahumado y el benéfico influjo del mítico cierzo, completan y rematan la laboriosa ceremonia de la puesta a punto de este, cada vez más apreciado, producto de la tierra leonesa, que ha dado lugar a sabias sentencias que recoge el Refranero General Ideológico Español: «Si buena es la carne, buena la cecina y mejor es la cocina». El gran día Es el gran día de Vegacervera. El día en que la gente acude masivamente a esta privilegiada villa montañesa del padre Torío. Y es también el día en que los forasteros, habituales u ocasionales, se hacen cruces al ver el ritmo creciente que vienen experimentando los servicios y prestaciones que este gran pueblo ofrece a quienes tratan de liberarse del estrés que producen las capitales y el trabajo diario y rutinario. Descansar en el acogedor camping o sus preciosas casas de madera, disfrutar de las piscinas climatizadas en cualquier época del año, pernoctar en las sugestivas y cómodas casas rurales o en el albergue, degustar una auténtica comida casera y montañesa en los restaurantes del pueblo y... terminar en cualquier momento de una jornada completa, con el regalo que proporciona al viajero la espectacularidad de las Hoces de Vegacervera y la visita obligada a una de las maravillas de León: el encanto, el asombro y la fantasía de las cuevas de Valporquero. Como regalo añadido, nos dice el corregidor mayor y artífice de la nueva imagen de Vegacervera, Luis Rodríguez Aller, el día 10 habrá exposición de cestería artesana, pasacalles, presentación de la Feria Multisectorial con sus múltiples stands; degustación de la cecina de chivo, longaniza y morcilla; exaltación del folklore leonés con bailes tradicionales, entrega de premios y distinciones y, hasta una gran verbena para ~quemar alguna de las calorías que proporciona una buena comida.