Diario de León
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León

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Tras las sucesivas ofensivas lanzadas por las tropas napoleónicas contra la ciudad, en la tarde del 21 de abril de 1810 se habían adueñado de lo que entonces era arrabal de Rectivía y forzado una importante brecha en las míticas murallas astorganas. Carentes de munición y en una situación límite, los defensores tuvieron que plegarse a la fuerza de los hechos y rendirse a los galos. Junot, uno de los más famosos generales bonapartistas, garantizó personalmente la seguridad de los patriotas y hacia las dos de la tarde tomaba posesión de la plaza. Después de salir Santocildes y gran parte de la guarnición, un cabo que ocupaba su puesto en las defensas arrojó su fusil y, tomando el sable, se lanzó contra el enemigo al grito de «Si han capitulado, yo no capitulo». Tiburcio Álvarez, que así se llamaba el héroe, fue pasado por las armas por los invasores, bajo el cargo de agredir a un edecán del general Boyer. Sus restos mortales fueron trasladados en 1814 a la iglesia de San Miguel, según consta en el libro antiguo de la parroquia: «En 27 de mayo de 1814 se trasladaron y se sepultaron en esta Iglesia parroquial de San Miguel de esta Ciudad de Astorga en la sepultura que está debajo de la Lámpara de la Capilla mayor los huesos de Tiburcio soldado de Acaballo de Húsares de León, natural de Villafrades obispado de León, el cual fue alcabuciado por las tropas francesas en 22 de abril de 1810, en cuyo día entraron en esta plazo bajo de capitulación. Y para que todo conste lo firmo dicho día, mes y año. D. Matías López». La figura de Tiburcio Álvarez recobraría protagonismo con los espléndidos actos del centenario en 1910. Sus despojos fueron trasladados a la catedral junto a los de Santocildes, y el erudito Marcelo Macías publicaba un libro sobre su gesta.

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