Diario de León

GANADERAS EN LA PROVINCIA

Rompiendo moldes

Inés, Cristina, María Ángeles y Rosa son cuatro mujeres que decidieron optar por llevar una explotación vacuna o caprina, algo extraño en el panorama ganadero leonés. Excesiva burocracia para comenzar el negocio por par

En la fotografía, Cristina Bayón da de comer a parte de las trescientas cabras que posee

En la fotografía, Cristina Bayón da de comer a parte de las trescientas cabras que posee

Publicado por
R. Lanero / Daniel R. Ezponda Redacción - LEÓN.
León

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En una explotación ganadera, lo más habitual es encontrar a un hombre atareado cuidando de su ganado. Pero esta imagen tan normal en muchos casos se está diluyendo paulatinamente. Cristina Bayón es un ejemplo de este cambio. Ni es hombre, ni es hija de ganadero y ni siquiera nació en un lugar donde la agricultura o la ganadería centran la actividad de la localidad, sino la minería. Sin embargo, esta mujer de 30 años optó hace cinco por montar una explotación con cerca de 300 cabras estabuladas en Villarodrigo, y que produce leche. «Las cosas han cambiado mucho desde que empecé. Ahora trabajo para mí, lo cual es mucho más satisfactorio en todos los aspectos». Cuando Cristina comunicó a su familia y a sus amigos que iba a regentar una cabaña de este tamaño, no se lo creían. «Fue un auténtico flash. Ser joven, mujer y meterse en el mundo de la ganadería dejó a todo el mundo estupefacto. Me dijeron que si estaba loca, que es un trabajo muy esclavo, que hay que estar todos los días del año». Sin embargo, sus colegas de profesión no se mostraban tan escépticos y sorprendidos por esta decisión. El horario de trabajo empieza sobre las siete de la mañana, pero la hora para terminar la marcan las cabras. «Con el ganado nunca se sabe cuántas horas puedes estar. En invierno se trabaja mucho más cuando es la paridera, ya que hay que cuidar a los cabritines, ordeñar...». Los gastos también aumentan o descienden dependiendo de la época del año. Las 300 cabras de Cristina consumen al mes unos 50 kilos de paja, 300 de pienso y otros 300 kilos de mezcla. Toda esta comida supone un gasto mensual de 4.000 euros, más otros 1.000 euros en veterinarios y otros gastos, «lo cual es una importante carga que contamos, además del desconocimiento por la leche de cabra». Las propiedades de esta leche, como sustituto de la de vacuno en personas con alergia a la proteína de vaca, no es conocida por la gente, «ni siquiera por los mismos médicos». Asimismo, es un producto natural, una tendencia que Cristina considera que va a triunfar. «La gente quiere productos sanos, y los productos naturales se lo dan. Pero tenemos que unirnos para conseguir que estos productos vayan a más y sean una verdadera alternativa», señala la ganadera. Esta joven ganadera cree que estos productos serán el futuro de las nuevas cestas de la compra de la sociedad.

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