De la lúgrube y miserable cárcel a una ordenación urbana moderna
Tal como se recoge en una escritura de Antonio Ferreras, fechada el 11 de abril de 1676, después de pregonarse las obras durante cierto tiempo, fueron adjudicadas en quince mil ochocientos reales al maestro de obras Andrés de la Lastra, avecindado por entonces en la capital leonesa. Los Lastra debieron ser una familia de constructores muy reconocida en la época, pues además de a Andrés conocemos a su pariente Francisco de la Lastra y al hijo de éste, de nombre Manuel de la Lastra. Y un poco más adelante, completando la trilogía de edificios relevantes que cobijaba nuestra calle, se hallaba la cárcel pública. Siguiendo siempre los trabajos del Padre Albano, sabemos que hacia el año 1610 la prisión de La Bañeza estaba igualmente en la calle de La Madera. Un recinto lúgubre y miserable donde los condenados penaban sus delitos de injurias, pendencias alcohólicas o amenazas y lesiones a sus vecinos. Estampa medieval Por todo ello podemos imaginar aquel lienzo de imágenes de otros tiempos que se arracimaban en la antigua calle de La Madera, escenario privilegiado de la vida y los afanes cotidianos de los bañezanos en época medieval. Lógicamente, el inexorable correr de los siglos ha propiciado una puesta al día urbanística que ha borrado aquellos vestigios históricos, conformando en la actualidad un enclave moderno y representativo de esta ciudad que se inicia con paso firme en el tercer milenio. El escudo de la Herrería Sin embargo, el polvo del tiempo no ha conseguido enterrar todos los símbolos del pasado. Buena prueba de ello es el escudo que aún podemos contemplar en el número 4 de la calle, correspondiente a la antaño conocida como casa de la Herrería.