La delegación visitó los barrios de prostitución y de chabolas

La otra cara del viaje fue la visita a zonas en las que la miseria y el desarraigo son la constante, como «un barrio de Mombay en el que malviven cincuenta mil prostitutas, y las mafias secuestran a las niñas para obligarlas a ejercer esta actividad» o grandes extensiones de chabolas en dicha ciudad, en la que «siete millones de personas, de un total de dieciocho millones de habitantes, subsisten de recoger basura, ya que se genera mucha porque en esta población vive un número importante de ricos, y de reciclar el cartón y otros materiales», explicó Blanco. La delegada de Manos Unidas vinculó en parte esta extrema pobreza con el rígido sistema de castas que impera en la India, y que impide la mejora de condición social, y con la religión, que «mantiene a la población sumisa respecto a su destino, que consideran la voluntad divina. De ahí la importancia de la cultura», señaló. Blanco indicó que al 60% de pobres de la India, que se reparten entre los que cuentan con trabajo, los que viven hacinados en chabolas y los que sobreviven en la calle, se une un 20% de millonarios -de la casta superior- y otro 20% de miembros de la clase media, como maestros, empresarios o médicos, que pueden tener un sueldo mensual de unos 72 euros. Donativos de la diócesis Blanco, que confirmó que uno de los proyectos visitados fue costeado con los donativos de la diócesis de Astorga recogidos hace cuatro campañas, apuntó: «La gente de la India que vive con lo básico es feliz. Nosotros, que nos sobra tanto, a veces no lo somos. ¿Puede ser que lo que nos sobra nos resta felicidad cuando no somos capaces de compartirlo con los que no tienen nada?. Ellos no entienden cómo nos importan a nosotros, que estamos tan lejos, y no a sus gobiernos, y están agradecidos de corazón a quienes colaboran desde España» en mejorar sus duras condiciones de vida, indicó. «Algunos han salido de la miseria y ven una puerta abierta a la esperanza», dijo.