El Sumidero
Resulta evidente que las autoridades seguían muy de cerca las actividades económicas de tan poderoso gremio, que según datos recabados por el siempre bien informado don Conrado Blanco, contaba el año 1830 y solamente en la calle Astorga con 24 familias dedicadas a la fabricación de lienzos, paños y tejidos. Y si ello ocurría en una única calle, podemos imaginar el peso específico que tenían los antiguos tejedores en la vida social y económica de la localidad. Precisamente por ello, el Ayuntamiento nombraba un «veedor de obra prima» y un «veedor de tejidos», cargos municipales que pervivieron al menos hasta 1859. No obstante, a pesar de su evidente raigambre ciudadana, la denominación de Tejedores no siempre ha ocupado el rótulo de nuestra calle. Porque en vetustas Escrituras del siglo XII y en un documento del año 1750 que ha localizado el laborioso Padre Albano, aparece citada como calle del Sumidero, en referencia al canal que sume o absorbe las aguas. El citado manuscrito afirma textualmente: «Roque Fernández arrienda unas casas en la Calle de la Fuente, junto al Arco, como se va al Puente Ferraces, con corrales que lindan con la Calle del Sumidero, hacia el lugar de Requejo». Pero con fecha 28 de marzo de 1951 se produjo un cambio en el nomenclator y así, la hasta entonces llamada calle del Sumidero pasaría a llamarse calle de Tejedores. El motivo, según se hizo constar por escrito, era «realizar un homenaje a la intensa actividad desplegada en tiempos pretéritos por tales artesanos, que llegaron a constituir durante muchos años el núcleo mayor de población de la ciudad». No quedaron así las cosas, pues años más tarde y durante un cierto período de tiempo se sustituyó la denominación de Tejedores por la de calle de Soto de la Vega. Finalmente las aguas volverían a su cauce, reponiéndose ese nombre de calle Tejedores que ensalza al antiguo gremio que procurara fama y prestigio a La Bañeza del pasado.