Hay que pensar en gris

Por aquello de que gris es el color del asfalto. Me gustaría saber de qué color es el cerebro de los ingenieros, políticos y responsables del nuevo acceso (mas bien inacceso), a Veguellina de Órbigo desde Hospital con dirección a La Bañeza. Pensar que para llegar a construir tamaña chapuza, con olor a muerte por accidentes de tráfico, los diseñadores y artífices han tenido que pasarse muchos años de estudios y sudores de tinta y números en sacarse una difícil carrera. Yo creo que todos los habitantes de Veguellina de Órbigo, acostumbrados como estamos a que nos zarandeen, pagaríamos por ver a los constructores y responsables de tan insigne caos conducir por su propia creación. Deberíamos obligarles a que subieran la pasarela, la bajaran y se encontraran con sus huesos en medio de la rotonda de la muerte que han instalado con motivo de exterminar al mayor número de conductores posibles. Pero como no hay mal que por bien no venga, yo vengo pensando hace días en poner el gran negocio de la comarca: una escuela de parapente. Sin duda la pasarela desde arriba ofrece unas condiciones óptimas para ello. Para rematar el negocio, como aquí en Veguellina de Órbigo, tenemos muy buenos artistas, seguramente accederían encantados a esculpir una gran cruz de hierro, que se colocaría en medio de la inexplicable rotonda que abre sus fauces sin acabar la bajada de la pasarela, donde poder crucificarse todo el conductor que lleve una conducta recta (perdón, léase conducción en vez de conducta). Desde este lado del improgreso, enviar un aviso a todos los visitantes y residentes: ¡Ojo con la suicida entrada a Veguellina de Órbigo!.