El fin de las torres gemelas en La Robla
Así se demolieron las históricas torres….
A las una en punto de la tarde, y después de que el responsable de la demolición fuera descontando del diez al uno por megafonía, las dos torres de refrigeración de la térmica de La Robla se desvanecieron ante la curiosa mirada de cientos de personas que se congregaron en las inmediaciones del polígono industrial para seguir en directo este histórico momento.
«¡Fuego!», exclamó y como un castillo de naipes las dos torres cayeron mientras por los costales salían grandes chorros de agua para mitigar la gran polvareda generada por la caída de las dos grandes moles.
Fueron necesarios 182 kilos de dinamita y 378 metros de cordón detonante para que las dos torres de 100 metros de altura y 73 metros de diámetro y mas de 9.000 toneladas de peso cada una, quedaran reducidas a 106 toneladas de hierro y 18.000 toneladas de hormigón.
Explosivos empleados
Fueron necesarios 182 kilos de dinamita y 378 metros de detonante para reducir las torres
En el momento del disparo, las cargas explosivas fragmentaron los pilares de apoyo haciendo que las construcciones perdieran su equilibrio y colapsasen por su propio peso.
El tiempo que ha transcurrido desde el momento del disparo hasta que la estructura se ha encontrado en el suelo ha sido de unos 5 segundos.
Casi en un abrir y cerrar de ojos, las torres pasaron a la historia y se perdieron en la densa nube de polvo, minimizada por chorros de agua, que tras difuminarse dio lugar a la nueva realidad de La Robla.
La Guardia Civil desplegó en las inmediaciones de la central térmica un amplio dispositivo para garantizar tanto el tráfico por la N-630 como la seguridad de las personas que se agolparon en el polígono o en las inmediaciones de la entrada al complejo eléctrico.
Con la actuación de ayer, Naturgy, propietaria de la central térmica, avanza en el desmantelamiento de las instalaciones, construidas en 1970 y cuya actividad se cerró en 2020 , en el marco de la descarbonización iniciado por el Gobierno.
Con una inversión de 12,9 millones de euros, el objetivo es hacer desaparecer las actuales instalaciones. Las obras están siendo llevadas a cabo por la empresa vasca Lezama Demoliciones, y con 90 personas trabajando, que han completado más de 140.000 horas de trabajo y el 50% de proyecto. Queda por delante, la demolición de las chimeneas, prevista para 2023.
A pesar de la nostalgia que para muchos vecinos ha supuesto asistir a la desaparición de las emblemáticas torres de refrigeración de la que ha sido la segunda térmica más importante de España, eran muchas las personas que han visto en esta demolición el paso a una era nueva que vendrá de la mano de Naturgy y Enagás que proyectan en estos terrenos construir la mayor planta de hidrógeno de España, para lo cual cuentan con un presupuesto de 200 millones de euros. Con el objetivo de producir hasta 9.000 toneladas al año de hidrógeno renovable, el proyecto contempla la construcción de una planta fotovoltaica de 400 MW y un electrolizador de hasta 60 MW.
Un día «triste» para el PP
«Es un día triste para la provincia de León porque se va al traste una de las formas de vida de miles de leoneses y por el modelo energético que nos quieren implantar», indicó el presidente del PP de León, Javier Santiago Vélez, quien asistió a la demolición acompañado por el presidente comarcal, Emilio Orejas, el portavoz del PP en la Diputación, Francisco Castañón, y representantes del partido en los ayuntamientos de la zona. Santiago Vélez censuró que «el cierre precipitado de las centrales térmicas responde al objetivo del Gobierno de ser más verdes», una decisión que «se está postergando» en otros países europeos y que «ahora hubiese frenado el incremento del precio de la luz».
Las primeras torres y chimeneas cayeron en Anllares, en el Bierzo. En La Robla, la operación se completará en los próximos meses con las chimeneas mientras que Compostilla, también en la comarca berciana, escribirá también el último capítulo próximamente.