El recuerdo de un hombre bueno de Crémenes
Alguien dijo este domingo en la iglesia de Crémenes que «no se sabía que en los pueblos de montaña, como en los de mar, hay un faro. Que te recibe, te guía y se alegra de que hayas vuelto. Todo eso lo hace Santos cuando llegas a Crémenes». Lo contó su prima Julia. Era la despedida en forma de buen recuerdo de Santos Fernández González, fallecido el pasado viernes. Fue una institución en la montaña. Seguro que más conocido y elogiado de lo que él mismo podría llegar a pensar. Al frente de su negocio, esa tienda-bar Santos era un cajón de sastre. Y él, el perfecto anfitrión y uno de esos activos de los pueblos que confirman el acierto de elegir ese lugar. Porque conseguía, al instante, el efecto confianza ante propios y extraños. Con todo atendido, apoyado en el centro de la barra, era feliz mientras observaba tertulias variopintas y todo un carrusel de partidas en aquellos tiempos en los que se jugaba. Cuando ya jubilado, el cáncer le cambió los planes, se trasladó a León para iniciar una lucha titánica de meses en la que demostró que la vida también se gana sabiendo perder. Santos Fernández era un referente en Crémenes, donde parecía perenne, pero no. Porque era un titular indiscutible en la grada cuando jugaba la Cultu y un valor seguro en el corazón del Atlético de Madrid. Y un fijo alrededor de la familia. Mucha familia de la montaña de Crémenes con un núcleo duro infalible, de esfuerzo prodigioso hasta el final de su hermana Tere y sus sobrinos. Crémenes es el gran balcón del Esla, siempre asomado al río, y con gente como Santos, un lugar mejor. En aquel bar de Santos, de visita obligada en el centro del pueblo, se fraguó la historia de décadas. Él ponía, además de las consumiciones, la sonrisa amable. Y Crémenes crecía en verano, decrecía en invierno, pero él ahí seguía. Santos era la confianza no escrita y la calma de un espírito culto. Educado. Amable. Cariñoso. Nunca invasivo. Entrañable para siempre. Y deja el buen recuerdo de un hombre bueno. Incontestable. Santos es la historia reciente de Crémenes. La historia de un pueblo tan largo, del puente de Villayandre a las curvas del Escobio, que parecía que no se acabaría nunca. Puede que Crémenes no, pero algunas cosas sí. Un pueblo largo como una pista de aterrizaje usada más veces para despegar sin billete de vuelta. Y ahí es donde Santos vuelve a ser clave. Porque es el ancla. De su hermana, sobrinos, primos... Del hilo directo del recuerdo de su madre Adoración. Y de sus tíos Hortensia, Isida, Mariano. De los que inventaron su Crémenes.