La demolición de las dos torres acaparó la atención de todo el país
Fueron necesarios 182 kilos de dinamita y 378 metros de cordón detonante para que las dos torres de 100 metros de altura y 73 metros de diámetro y más d 9.000 toneladas de peso cada una, quedaran reducidas a 106 toneladas de hierro y 18.000 toneladas de hormigón.
Fue el pasado 7 de mayo, a la una en punto de la tarde, cuando vecinos y curiosos contenieron la respiración en las inmediaciones del polígono industrial roblano para asistir al final de uno de los emblemas mineros de la zona. Entre la nostalgia y muchos de ellos la indignación, La Robla ha borrado de su historia reciente la que ha sido la segunda térmica más importante del país, en pleno debate la propuesta europea de aumentar la participación de las centrales de carbón y las nucleares en el mix energético con motivo del déficit energético provocado por la guerra de Ucrania.
El tiempo transcurrido desde el momento del disparo hasta que la estructura se desmoronó en el suelo fue de unos cinco segundos, que fueron retransmitidos en directo por medios locales y nacionales, y cuyas imágenes salieron en los informativos de todo el país. Casi en un abrir y cerrar de ojos, las torres pasaron a la historia y se perdieron en la densa nube de polvo, minimizada por chorros de agua, que tras difuminarse dio lugar a la nueva realidad.