Diario de León

Quince años de evolución en la pasión por el vino

La DO León está estos días de aniversario y sigue avanzando en diferenciación y calidad

La labor del Consejo Regulador, junto a las bodegas y productores, ha logrado una gran evolución en los primeros 15 años de vida de la DO León. JESÚS F. SALVADORES / ARCHIVO

La labor del Consejo Regulador, junto a las bodegas y productores, ha logrado una gran evolución en los primeros 15 años de vida de la DO León. JESÚS F. SALVADORES / ARCHIVO

León

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El 27 de julio de 2007 las bodegas de la zona de Valdevimbre-Los Oteros y Cea lograron un hito que en realidad era el principio de un camino que hoy, 15 años después, avanza en una esforzada apuesta por consolidar la diferenciación de sus vinos, una ambición clara por la calidad certificada y la pelea por una promoción que no sólo consolide su mercado histórico, sino que consiga ampliarlo. Hace ahora exactamente 15 años se consiguió la Denominación de Origen para la zona, entonces Tierra de León.

Se conseguía el primero de los hitos que se iría marcando con el tiempo el grupo de cooperativas y bodegas que en 1985 dio los primeros pasos para formar una asociación profesional de viticultores, elaboradores y embotelladores, con el objetivo de lograr una figura de calidad que amparase y regulase sus producciones.

Otro de los momentos clave en la corta pero intensa trayectoria de esta joven denominación de origen se logró en abril de 2019, cuando después de cinco años de trámites legales y gestiones burocráticas consiguió cambiar su nombre: la DO es León, y eso permite no sólo un mejor posicionamiento de la marca sino una identificación más cercana no sólo con la provincia, sino con la capital leonesa. que sigue siendo a día de hoy su principal mercado.

Los años duros

Todo este proceso de avance y aceleración de los resultados que busca una identificación de calidad que conoce bien su mercado y sus limitaciones, pero pone todo el esfuerzo en crecer con unos potenciales indiscutibles, se ha visto marcado en los últimos años por una sucesión de circunstancias que son ajenas a la DO y los productores, pero que han marcado claramente su devenir más reciente. No, desde luego, sus expectativas, que siguen intactas.

Primero fueron las terribles heladas en la primavera de 2017, que quebraron de forma drástica un crecimiento en la producción y en los proyectos. No sólo se perdió ese año el 70% de la producción, sino que buena parte de los viñedos sufrieron daños de los que tardaron varias cosechas en recuperarse. Un trabajo arduo en el que se volcó el equipo de técnicos y profesionales de esta denominación de origen, con sus productores y bodegas.

Cuando los campos parecían volver al fin a la normalidad la pandemia de coronavirus golpeó de forma especial a unos vinos que tienen a sus principales consumidores en las barras de los bares locales. Los cierres de la hostelería dieron al traste con las previsiones de producción y crecimiento de los bodegueros y productores, porque la mayor parte de sus existencias se quedó en las bodegas, a pesar de que muchos se incorporaron o reforzaron sus ventas por internet. Pero los nuevos canales de distribución no fueron suficientes.

Con un problema añadido: entre las peculiaridades de la mayor parte de los vinos de la DO León y sus clásicos rosados de Prieto Picudo está la corta vigencia de los caldos. Salvo las recientes (y exitosas) experiencias de envejecimiento de los caldos basados en esta variedad, los jóvenes tienen un tiempo de caducidad muy marcado. Un lastre más en las existencias de los productores.

Todos estos problemas no han frenado las mejoras logradas a través del trabajo de los enólogos en las bodegas y de los viticultores en las viñas. Ni la obtención de logros como la certificación de la Entidad Nacional de Acreditación, una apuesta clara por la calidad de los vinos que salen al mercado.

Producción

La cosecha de 2021 cerró con una recogida de uva de 2,6 millones de kilos calificados, una cantidad muy lejos de las expectativas iniciales pero marcada claramente por la prudencia de las bodegas, que han preferido acudir a sus reservas y tampoco tenían sitio para acumular mucha más producción, en unos meses en los que el fin de la pandemia y las consiguientes restricciones se veían aún lejos.

Es una producción similar a la obtenida en el primer año de cosecha ya bajo la DO, el 2007; por debajo de la de 2020, también marcada por el cierre del canal de consumo. Y muy lejos de las conseguidas en las cosechas anteriores, a excepción de la de las heladas de 2017, que dejó en las plantas apenas 1,3 millones de kilos de uva. El año 2015 fue el que mejor producción ha logrado hasta ahora, más de 4,5 millones de kilos, mientras que 2018 y 2019 se quedaron en 3,7 y 3,5 millones de kilos, aún afectadas por los daños de las heladas.

La vuelta a la normalidad y la presencialidad es la esperanza que la DO León confía en alcanzar de manera inminente. Con un objetivo de producción que ronde los 4 millones de kilos de uva certificada por cosecha; y que avance en el reconocimiento de la excepcionalidad de los blancos de Albarín, la homogeneidad y adaptación al gusto de los nuevos consumidores del rosado Prieto Picudo y el avance de las experimentaciones enológicas en las posiblidades de envejecimiento de tintos que ganan cualidades y adeptos.

Hasta ahora el mayor número de botellas comercializadas bajo la marca de calidad se logró en 2017 (2,5 millones), y los tropiezos (ajenos al trabajo del Consejo Regulador y de los bodegueros y productores, que ha seguido avanzando) no serán obstáculo para seguir marcando metas ambiciosas.

De momento, en sus cosechas han logrado la calificación de excelente en los años 2014, 2015, 2018, 2019 y 2020. Sólo 2013 fue buena. El resto, muy buenas. La DO León, de ahora en adelante.

Aromas y sabores

Los rosados son los más conocidos y populares de los vinos elaborados con la Prieto Picudo. Los de la cosecha de 2021 se realizaron con uva recogida en un excelente momento de evolución, lo que les ha permitido conservar toda su frescura, intensidad y personalidad. 

Entre las propuestas de vinos de la cosecha 2021 destacan los blancos elaborados con Albarín por su calidad y frescura, en los que los aromas tropicales conviven en armonía con los cítricos, tan característicos de esta variedad. 

Por último gana presencia la elaboración de vinos tintos, que los enólogos definen como muy frutales en nariz, y que expresan perfectamente el potencial de la variedad característica de la DO León. 

Potenciar las variedades únicas de la denominación y buscar la evolución de sus propuestas más complejas son dos de las tareas en las que las bodegas han concentrado esfuerzos en los últimos años. 

El comité de calificación de la cosecha de la DO León de 2021 tomó como referencia para la evaluación de la cosecha tres vinos blancos elaborados con uva de la variedad Albarín y cuatro rosados y tres tintos —ninguno de ellos con paso por madera— de Prieto Picudo, las dos viníferas autóctonas con las que prácticamente todas las bodegas adscritas al Consejo Regulador elaboran sus monovarietales de alta calidad. El marcado carácter varietal es uno de los aspectos más valorados.

 

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