La burocracia y el retraso en las ayudas desincentivan la llegada de jóvenes al campo
Los recién incorporados a la actividad agraria advierten de que las ayudas para emprender un proyecto deberían llegar antes porque sin recursos es inviable comenzar
La incorporación de jóvenes a las explotaciones agrarias es una realidad que beneficia al sector y a la sociedad. La provincia de León es de toda la comunidad autónoma la que encabeza el número de estos emprendedores del medio rural. A la par de las recientes y nuevas incorporaciones al mundo de la agricultura, están las del sector ganadero, que también continúa recibiendo nuevos miembros, que con mucha ilusión comienzan sus andanzas en una profesión necesaria para la sociedad.
Polvoredo es un pueblo del municipio de Burón, donde aún sobreviven un grupo de ganaderos con sus explotaciones. Entre todos ellos está Lucía Redondo Corrales, una ganadera que después de estar unos años estudiando y trabajando en la capital leonesa decidió hacerse ganadera principalmente porque le gustaba esta profesión y «porque cada vez me gustaba menos estar en la ciudad y esa vida. Lo que siempre vi fue la ganadería en mi casa. Pero principalmente porque si quieres vivir en esta montaña solo tienes dos opciones la ganadería o el turismo».
Empezó con una ternera que le regaló su hermano y al parir comenzó a formar su pequeña explotación, eran de raza limusina. «Luego probé con la raza ratina que es autóctona de esta montaña, pero es una raza más blanda para la vida que se le da ahora al ganado. Decidí centrarme en la raza charolesa que es autóctona de Francia, pero se adapta muy bien a este entorno y a sus temperaturas y tiene fama de ser noble, algo importante para mí ya que la mayoría de los días estoy sola con el ganado».
Desde Polvoredo
Lucía Redondo: «El día de mañana el oso va a ser otro problema igual que el lobo»
Los mayores problemas para ser ganadero es que en la montaña de Riaño tienes que contar con la nieve. No puede construir una nave para tener las reses en periodo de nieve ya que «no hay más que trabas por parte del parque regional. Así que bajo las reses uno 60 kilómetro s». Otro problema que considera muy serio es el de la presencia del lobo y «el día de mañana el oso va a ser otro problema igual que el lobo. Tienes que convivir con estas especies y rezar para que tus reses se libren cada día».
No hay que olvidar que cuando el lobo mata una res la administración tarda en pagar y un precio muy bajo. A esto hay que unir que «están esperando a que tengas un fallo en la tramitación o en algún papel para denegártelo. Además, te lo pagan a los dos años al precio que ellos consideran». Lucía lamenta que no se valoren las reses a su precio real ya que «yo trabajo para tener esa genética y si me matan la res no es lo que vale si no lo que yo quiero tener como res de calidad y raza». Tiene reses puras y toros puros y su idea es vender para vida a otras explotaciones. Tanto sementales que mejoren otras razas o vacas para que críen en otras ganaderías. «Prefiero vender para vida ya que vendes mejor al tener una raza pura», asegura la joven ganadera. Para Lucía lo primordial para iniciarse en una nueva explotación es tener un apoyo económico bueno o un respaldo ya que «aunque te den ayudas, tardan en llegar y no puedes contar con ellas. La administración te lo pinta muy bien, pero lo peor es el tiempo que tarda en llegar el dinero de las subvenciones o ayudas».
En La Riera
Adrián Reguero: «Deberían darte las subvenciones sin tener que adelantar el dinero primero»
David Pan Cuervo es un joven de 17 años que bien podría pasar en la calle por uno mas de su quinta. Afable, buen conversador y, sobre todo, y eso es lo que le diferencia del resto, agricultor.
Vive en el municipio de Santibañez de la Isla, en la vega del río Tuerto, y hasta donde él puede recordar y le han contado, la tradición agricultora en su familia se remonta tres generaciones atrás. Cuando David habla del campo y lo que para él significa, se le ilumina la mirada; y una sincera sonrisa, de esas que transmiten sabiduría, pese a su corta edad.
«Mi abuelo tenía el bar del pueblo, y mi abuela era agricultora. Mi padre y mi tío también lo son y yo…pues también. De pequeño siempre quería venir al campo y le fastidiaba los domingos a mi padre, porque él quería descansar, pero yo quería venir al pueblo y dar una vuelta con el tractor. Las siestas yo las dormía en el tractor. El campo y la agricultura es algo que siempre me ha gustado, desde que yo recuerdo», explica el joven agricultor. David es propietario de un terreno de aproximadamente una hectárea, y compagina sus estudios en un Ciclo Medio de Producción Agropecuaria, en la Escuela de la Santa Espina, en Valladolid con las labores y trabajos, tanto de su tierra, como las del resto que su familia posee. Con una destreza admirable se maneja dentro de la nave, donde tanto él como su familia guardan la maquinaria y parte del grano almacenado. David es responsable de un Campo de Ensayo Agrícola que, por sus buenos resultados y calidad de los mismos, es considerado el mejor de toda Castilla y León.
En Santibáñez
David Pan: «De pequeño siempre quería venir al campo y le fastidiaba los domingos a mi padre»
«El campo y la agricultura requieren saber de verdad, lo que plantas y cómo lo cuidas. Porque al final lo importante son los números, es necesario que te salgan las cuentas si quieres vivir del campo. Y eso, hoy en día, en gran parte te lo puede asegurar una buena formación. Por eso para mí, es algo muy importante», asegura David Pan, que continua con sus estudios en un ciclo medio en Valladolid.
Silvia Morán Rodríguez es una mujer, de 40 años, agricultora de Campazas, que hace un par de años decidió redirigir su vida para trabajar en el campo junto a su marido. «El campo es algo que me ha gustado desde siempre», asegura Silvia. La mujer trabaja en conjunto con su marido, con el que tiene una titularidad compartida de sus explotaciones agrarias, es decir, la mitad de las tierras que trabajan pertenece a cada uno. Son muchas las personas que recientemente se han sentido atraídas por el campo y decidido darle una oportunidad. «Llevo muy poquito dedicándome a este mundo. Antes trabajaba en un supermercado y ayudaba puntualmente a mi marido con las tierras, pero desde hace un par de años me dedico por completo a las explotaciones agrarias», asegura Morán.
La agricultura es un sector que durante muchos años ha estado directamente relacionado con los hombres, pero en la actualidad cada vez son más las mujeres que deciden dedicar su vida a las labores del campo. «Antes de comenzar a trabajar como agricultora tenía miedo, no sabía si sería capaz de manejar un tractor o la maquinaria, pero poco a poco he ido aprendiendo y me he dado cuenta de que este trabajo lo puede llevar a cabo una mujer sola perfectamente», explica.
Alberto Pozo Ruzo, de 23 años es un joven agricultor de La Mata del Páramo, que apuesta por esta forma de vida muy minoritaria entre la gente joven. «Es lo que he visto siempre en mi casa, siempre me ha gustado y llamado la atención». Antes de comenzar en el mundo de las explotaciones agrícolas Alberto se formó mediante un ciclo de superior de agricultura y jardinería en Palencia, en el que aprendió teoría y práctica. «En el ciclo me llamó más la atención la parte de la agricultura», explica Pozo.
En Campazas
Silvia Morán: «Antes trabajaba en un super y ayudaba puntualmente a mi marido con la tierra»
En muchas ocasiones resulta complicado dar el paso de comenzar a trabajar en un sector desconocido y más si se dispone de pocos recursos económicos. «Cuanto más gente joven haya en el campo mejor para todos, pero es cierto que empezar desde cero es muy complicado, ya que es un mundo en el que es necesario tener recursos, yo he tenido la suerte de que en mi familia se dedican a este sector y me han ayudado a comenzar en él», afirma el joven agricultor.
En Babia, Adrián Reguero ha tomado las riendas del ganado a los 24 años. En su pueblo, La Riera, ha vivido el mundo del sector ganadero desde niño, ya que su casa siempre se ha trabajado con las reses. Apenas lleva año y medio dedicándose a ello como ganadero a título principal, con más de un centenar de vacas. Entre las razones, Adrián esgrime que «estaba mi padre y me gustaba», aunque lo ve complicado y echa en falta más ayudas destinadas al sector. A su juicio «deberían darte las subvenciones sin tener que adelantar el dinero primero» porque si «uno tiene que adelantar el dinero y no lo tienes», entonces no se puede emprender ninguna actividad.
La Mata del Páramo
Alberto Pozo: «Es un mundo en el que es necesario tener recursos, yo he tenido la suerte»
Se ve como ganadero a largo plazo siempre y cuando «no sigan complicando los trámites» y cree que actualmente «se pueda vivir de ello, sin perder dinero». Reconoce que el trabajo es muy duro al tener que dedicarse a ello los 365 días del año, y es que en invierno al tener las vacas estabuladas debe de ir dos veces a verlas y atenderlas, mientras que en la época estival aunque las reses están en las montañas, tiene que recoger la hierba y preparar los prados para el próximo invierno, sin contar los partos que se deben atender o los animales que pueden enfermar. No pierde la esperanza de que las administraciones ayuden al sector y poder continuar en el trabajo que le gusta, ya que para este joven lo mejor es trabajar para uno mismo.
Información elaborada por: Vanessa Araujo, José María Campos, Celia Mediavilla, Daniel Pisabarro y Maite Rabanillo