Concluye la reparación del alto horno de la ferrería de San Blas de Sabero
Los trabajos, con una inversión de 30.000 €, afectaron principalmente al puente de carga
Las obras iniciadas el pasado mes de noviembre para la reparación de la techumbre de los restos del Horno Alto de la Ferrería de San Blas, en Sabero, ya han recibido el visto bueno de los responsables del Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León, la empresa adjudicataria (Gelegromo S.L.), y el director del Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León en Sabero, cuyos restos están integrados en el centro museístico.
Las obras fueron promovidas por la Dirección General de Patrimonio y coordinadas por el Servicio Territorial de Cultura y la inversión ha estado cercana a los 30.000 euros. Con estas obras se han resuelto los problemas de humedad y filtraciones que han soportado los restos del alto horno desde hace décadas y que estaban afectando a la estructura del puente de carga, que está construida a base de ladrillo compactado con mortero y que había perdido la anterior protección que se había aplicado a principios de los años noventa del siglo pasado.
Además de la protección de la techumbre se llevaron a cabo obras de mantenimiento de la estructura del puente de carga, consolidando los ladrillos que ofrecían riesgo de desprendimiento y la eliminación de la maleza. Las obras, que contaban con un plazo de dos meses de ejecución, se han finalizado con antelación y se suman a otras intervenciones menores que viene llevando a cabo el Gobierno regional como la recuperación de los restos del patio de los hornos altos de la Ferrería de San Blas, donde han aflorado restos de la estructura original del emblemático conjunto siderúrgico y, en un futuro, hacerla visitable.
La fábrica de la Palentina-Leonesa, llego a contar con dos altos hornos. El primero de ellos se empezó a construir en 1846 y se terminó en 1847. Sus dimensiones exteriores eran de aproximadamente 15 metros de alto por 8,5 de diámetro del macizo. La cuba, convenientemente armada, reposaba sobre una plataforma de planta cuadrada, provista de vanos o nichos abovedados en sus cuatro lados. Su capacidad máxima de producción diaria llegó a ser, según declaraciones de uno de los propietarios de la Ferrería, Miguel de Iglesias, de unos 200 quintales, es decir, de 9.200 kilogramos diarios.
Parece ser que el primer horno quedó inservible en agosto de 1859 por faltarle la camisa interior y otras partes constitutivas fundamentales para su funcionamiento.
Por su parte, el segundo horno alto se empezó a construir pocos años después de la puesta en marcha de la fábrica, aproximadamente en 1850, pero las diferentes vicisitudes que atravesó la instalación impidieron su pronta terminación y puesta en marcha. Pero no es hasta el año 1859 cuando se finalizan sus obras, y su inauguración por fin se realizó la noche del 10 de enero de 1860 y quedó inmortalizada en el periódico regional ‘El Esla’ en su edición del domingo 22 de enero de 1860, en un artículo redactado por el propio administrador local de la fábrica de aquella época, Melitón Ordóñez.
La primera colada que ‘arrojó’ este horno fue de 50 a 60 quintales de lingote, cerca de 3.000 kilos.
Con las obras ahora realizadas se consolida el mantenimiento de la una instalación que en su día fue de gran importancia. Se trata, pues, de dos altos hornos que se construyeron a mediados del siglo XIX.