«No hay un fenómeno gasodinámico de estas proporciones en Europa. Imposible de prever»
«Los mineros dicen que la mina avisa. ¿Avisó de que se iba a producir el desprendimiento de metano?», preguntó uno de los abogados al facultativo del Pozo Emilio. «No estoy de acuerdo. No avisa. Nada indicaba que se iba a producir un fenómeno de este tipo. Las paradas de ventilación anteriores al accidente se produjeron por una avería en una cinta transportadora, y esas paradas fueron las que provocaron que subiera el nivel de metano».
José Eliseo Solís señaló que el accidente se produjo por una invasión súbita, imprevisible e impredecible. «Una capa no explotada tiene más metano del que le corresponde. Cualquier fenómeno mecánico libera el metano, arrastra carbón y eso libera también el gas que tiene dentro».
Sobre el sistema de ventilación de la empresa, cuya efectividad y consecuencias para la muerte de los mineros cuestionan las acusaciones particulares y el fiscal, Solís destacó que los electroventiladores estaban colocados en el mismo sitio desde hacía años y siempre recibieron la aprobación de la autoridad minera.
Y que, en todo caso, el sistema de ventilación instalado en el Pozo Emilio introducía tanto en el sistema primario como en el secundario un caudal de aire renovado «muy superior al establecido en la normativa, incluso en las medidas que se adoptaron tras el accidente de 2009 para la evacuación del metano».
Explosivos
Por otro lado el ingeniero señaló que «independientemente de dónde estuvieran ubicados los electroventiladores, ante un aumento del porcentaje de metano tienen que pararse sí o sí. Así lo establece la directiva de atmósferas explosivas».
«Si el sistema eléctrico no para, y con él se paran los ventiladores, lo que teníamos eran kilómetros de galerías en atmósfera explosiva y máquinas funcionando que podían producir una chispa y causar un auténtico desastre».
El máximo responsable de seguridad del pozo explicó que antes del accidente se habían registrado dos paradas de la ventilación por problemas mecánicos, y que la subida del porcentaje de metano por la parada de la ventilación hizo que primero se parasen las tareas y después se suspendiese el trabajo en la mina hasta el día siguiente.
Señaló que la normativa obliga a detener la ventilación (el sistema eléctrico) cuando el nivel de metano llega al 1,5%, porque ya existe riesgo de explosión; y que a partir del 2,5% se está muy próximo a ese riesgo. «Con el 5% el peligro es ya de asfixia, por eso en esos niveles es necesario utilizar los autorrescatadores, que permiten salir desde cualquier parte de la mina».
En todo caso, insistió en que no había forma de prever o evitar lo ocurrido el 28 de octubre de 2013. «No hay constancia en la minería europea de que se haya producido un fenómeno gasodinámico de estas proporciones. Era una invasión súbita imposible de prever».