Los ingenieros discrepan sobre la vigencia del proyecto de explotación
El informe sobre el accidente del Pozo Emilio requirió a la empresa la actualización del proyecto de explotación del grupo Competidora (como se denominaba anteriormente); pero los ingenieros y el jefe de la Sección de Minas discrepan sobre si este proyecto amparaba las labores que se estaban realizando por debajo de la capa 870, entre ellas las del taller accidentado.
Los técnicos facultativos señalan que debió aprobarse un nuevo proyecto porque había cambiado la forma de explotación, que era en zona virgen. Y que el plan de labores y el de seguridad que se aprobaban anualmente no sustituyen a un proyecto de explotación.
Por su parte Sergio Celemín defendió que las tareas se amparaban en los sucesivos planes de labores, y las disposiciones de seguridad y técnicas que se habían ido prescribiendo y aprobando a medida que se sucedían los problemas con el grisú en el macizo.
De hecho reconoció que ninguno de los actuarios de Minas que durante años visitó la explotación prescribió que se aprobara un nuevo proyecto de explotación para las plantas inferiores a las recogidas en el documento original, de 1999. Porque el matiz de acometer actuaciones para salvar las «condiciones adversas» a que obliga la ley, ya se salvaba con las disposiciones que se fueron aprobando en los años anteriores al accidente. Y dado que se trataba de sistemas de trabajo repetitivos, no era necesario otro proyecto.