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El icónico puente Carlos Fernández Casado cumple 40 años

El viaducto se enclava en el corazón de la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna, en León

Publicado por
Pablo Pujadas Álvarez
León

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Castilla y León alberga numerosos monumentos con un grandísimo valor histórico, artístico y cultural: castillos, murallas, catedrales, arquitectura… todos ellos verdaderas reliquias de nuestra historia. Pero no solo debemos sentirnos orgullosos por nuestro riquísimo patrimonio histórico porque también en nuestras crónicas más recientes encontramos infraestructuras de primer orden de las que podemos enorgullecernos, y no solo de las obras sino también de sus artífices. Tal sería el caso de construcciones como las colosales presas que nos proporcionan reservas de agua y energía o los puentes que nos facilitan las comunicaciones y los transportes. Hoy, centraremos nuestra atención en un atrevido viaducto en su 40 aniversario: el puente de Barrios de Luna , en León.

Entienda nuestro amable lector este artículo como un recordatorio de la efeméride, como un sencillo intento de poner en valor esta infraestructura y también como un modesto homenaje a quienes la hicieron realidad hace precisamente ahora 40 años.

El puente Carlos Fernández Casado , popularmente conocido como de Barrios de Luna, toma esta segunda denominación del pueblo que se encuentra junto a la presa que forma el embalse del mismo nombre. Pero conviene dejar muy claro desde el principio que su proyectista no fue Fernández Casado como alguno podría inferir del hecho de que el puente lleve su nombre. El padre del proyecto fue el prestigioso ingeniero Javier Manterola , que en realidad fue discípulo de aquel y posteriormente su socio. En su momento, y con el beneplácito del propio Manterola, se consideró que en reconocimiento a la labor docente, a la trayectoria profesional y a las numerosas aportaciones innovadoras de Fernández Casado al mundo de la ingeniería, el puente fuera bautizado con su nombre. Añadamos a lo dicho que Javier Manterola proyectó diversos puentes para la empresa Carlos Fernández Casado SL, Oficina de Proyectos.

Javier Manterola Armisén, Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos, nació en Pamplona en 1936. Catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros de Madrid, Premio Nacional de Ingeniería y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con numerosos premios y reconocimientos en su haber, como la Medalla de la Federación Internacional del Pretensado, el Premio de la International Association of Bridge and Structural Engineering, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, el Premio Nacional de Ingeniería del Ministerio de Fomento, Premio Construmat en diversos años, Premio de la Universidad Politécnica de Madrid… La lista sería interminable. Baste añadir que Javier Manterola se encuentra en la élite de la ingeniería internacional sin ningún género de duda.

A él se deben algunos de los mejores puentes construidos en la época contemporánea. Nos referimos, por ejemplo, al puente de la Constitución de 1812, sobre la bahía de Cádiz, conocido como La Pepa, que con sus más de 3 kilómetros de longitud es uno de los mayores de Europa.

Otro hito importante lo constituye el puente en el que hoy centramos nuestra atención: el de Barrios de Luna, que en el momento de su inauguración ostentó varios récords que detallaremos más adelante. La belleza incomparable de su diseño nos habla del compromiso de su creador con la estética de la obra. El propio Javier Manterola confirma esta idea en su libro La obra de ingeniería como obra de arte, donde podemos leer: “Los puentes no han entrado en el radio de acción de los críticos de arte […] A veces, parece que solo la pintura existe como obra de arte. Sin embargo, en este mundo del arte confuso, empiezan a estar presentes, de una manera cada vez más insistente, las obras públicas. […] Los tiempos actuales y sus amplios planteamientos sobre qué es el arte, no tardarán mucho en descubrir la formidable belleza de los puentes, las presas, las carreteras… Y aunque esto no sea demasiado importante para las obras públicas, lo es, mucho, para el arte de nuestro tiempo.”

Pruebas de peso con automóviles. VICENTE TASCÓN

Dediquemos, a continuación, unas líneas a conocer mejor el Viaducto que nos ocupa.

Forma parte de la autopista AP-66 que sigue el trazado de la Ruta de la Plata, que une Sevilla y Gijón, y que en su PK 96 cruza el embalse de Barrios de Luna, en la provincia de León, a la altura del antiguo pueblo de San Pedro de Luna, una de las dieciséis localidades que quedaron anegadas por las aguas del embalse.

El anteproyecto de esta monumental obra contemplaba 15 vanos de 40 m, pero la cimentación de los pilares en el propio embalse presentaba enormes dificultades por el tipo de terreno donde se debían ubicar, así que se optó por asentar dichos pilares fuera del embalse. Esto obligaba a construir un dilatado vano central de 440 m de luz, lo que constituía un reto sin precedentes en el mundo de la ingeniería, y dos vanos laterales de 66 m cada uno. Este fue finalmente el proyecto ejecutado: un puente atirantado de hormigón pretensado con cables de acero y dos estribos-contrapeso de 34 m. Las columnas de las torres están separadas 20 m y se abren en su parte inferior. Su anchura, de 22,5 m, da lugar a 4 carriles, dos en cada dirección de la autopista. Las dos torres que soportan la estructura mediante los tirantes, dispuestos en forma de abanico, ascienden hasta los 123 m de altura de los cuales 90 se encuentran por encima del tablero.

Es interesante recordar que el citado tablero sólo tiene 2,5 m de canto, lo que proporciona a la estructura una gran esbeltez que facilita su total integración en el paisaje. Cada pilona tiene 2x27 tirantes delanteros y 2x28 traseros, lo que hace un total de 220. Estos cables constituyen un componente resistente de gran eficacia en los viaductos atirantados que presentan grandes luces, como es nuestro caso. El terreno sobre el que se asienta cada torre es muy distinto. La torre que da al sur tiene su cimentación en roca dura -arenisca ferruginosa- capaz de aguantar mucho peso, mientras que la que da al norte está en terreno más blando -areniscas y pizarras-. El sistema de construcción que se utilizó fue el de avance en voladizo con dovelas de 4 m ensambladas con carros de avance.

 

El atirantado se hizo cada dos dovelas. La zona central del tablero se encuentra articulada con el fin de regular el movimiento longitudinal generado por las distintas fuerzas que se producen en la estructura. Una doble rótula permite los giros verticales y los desplazamientos horizontales.

Los cálculos para la ejecución del proyecto fueron ingentes, pero para mayor seguridad, antes de la apertura de la infraestructura, se analizaron al detalle los movimientos que soportaban los cables y las torres en función de su temperatura. Para ello se hicieron necesarias unas termo-sondas gestionadas por complejos programas informáticos con los que se podía obtener una precisión de hasta 0,1 grados. Como todas las obras de envergadura, hoy en día, se siguen pasando pormenorizadas inspecciones periódicas.

Una máquina especial analiza, en 2011, la tensión de los tirantes que sujetan el viaducto. FERNÁNDEZ

Cada día se operaba con 150 m3 de hormigón. Durante la estación más fría se llegaron a alcanzar temperaturas entre los 2 y los 18 grados bajo cero, lo que obligaba a calentar el agua que se utilizaba para el hormigonado y a habilitar un sistema de calefacción para los áridos. También se acondicionó un procedimiento para aislar térmicamente los encofrados con inyecciones de espuma de poliuretano.

Pero las dificultades no sólo venían de una severa climatología ya que en diversas ocasiones hubo que detener las obras por falta de financiación de la autopista.

En su momento, este viaducto ostentó los récords de puente atirantado con mayor luz del mundo, 440 m, y el de longitud de puentes atirantados de hormigón pretensado, con 643 m.

 

El propio artífice del proyecto afirmó: “Es un puente fantástico que fue muy complicado en su momento”. Pero si algo caracteriza la auténtica raza de los ingenieros ante las complicaciones es precisamente su capacidad de enfrentarse a los retos. Así lo expresó el propio Javier Manterola en una entrevista en el diario El País el 4 de marzo de 2017: “Durante la construcción de Barrios sufrí mucho. Veía la otra orilla y pensaba ¿cómo voy a llegar allí? Pero esa tensión, ese atreverse a ir más allá, no saber cómo lo vas a hacer, pero hacerlo, es lo heroico de la ingeniería”. Nuestro reconocido ingeniero también afirmó: “Este puente representa, como ningún otro en mi vida, el atreverse. Saltar dos veces y media a la mayor luz anteriormente conseguida por nosotros e incluso por nadie en el mundo”.

ARGÜELLO

Valga también la anotación de que todos cuantos participaron en la proyección de este viaducto eran de nacionalidad española, lo que nos puede dar idea del nivel internacional de la ingeniería civil en nuestro país, y este puente es una prueba fehaciente de ello.

Llegados a este punto, y si nuestro considerado lector nos permite la licencia de abusar un poco más de su atención, nos gustaría hacer un breve apunte sobre los atractivos del paraje en que se enmarca nuestro protagonista. Nos referimos a la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna, reserva localizada al noroeste de la provincia de León.

Se trata de un entorno donde podremos disfrutar de plena naturaleza, con bellos paisajes que no defraudarán a los amantes de la fotografía. Preciosos valles flanqueados por cadenas montañosas que constituyen el encuentro entre la Cordillera Cantábrica y los Montes de León, con algunas cimas superiores a los 2000 m de altitud. Bosques de abedules, robles, sauces y álamos. Mención especial merecen los bosques de sabina albar, especie muy longeva protegida por la ley y cuya madera aromática se utiliza como incienso. Aquí es posible visitar pueblecitos con la típica arquitectura popular del lugar, algunos de ellos con bonitas casas de piedra con pórticos blasonados. Y no olvidamos a los lugareños, hospitalarios y acogedores donde los haya. Hay otros muchos lugares de interés, como Santa María de Ordás, con su torre militar del siglo X o el también destacable Santuario de Camposagrado, con su torre mudéjar, un templo del siglo XVI que alberga una talla románica de la Virgen. Del mismo modo puede despertar interés el embalse donde se encuentra el puente, y su presa de 80 m de altura con capacidad para retener más de 300 millones de metros cúbicos de agua.

Estos parajes también nos brindan la oportunidad de practicar el senderismo, con diversas rutas, como por ejemplo la del Desfiladero de los Calderones con sus cuevas y simas y una angosta garganta moldeada en la roca caliza por las aguas del arroyo.

ARGÜELLO

También podremos observar aves acuáticas invernando en el embalse de Selga de Ordás (cigüeñas, garzas reales, somormujos, ánades azulones…) y hasta con algo de suerte, y la ayuda de unos buenos prismáticos, avistar el oso pardo, descubrir al escurridizo urogallo o al pequeño desmán ibérico o de los Pirineos, que también encuentran su hábitat por estas latitudes. Y todo ello lo tenemos en León a poco más de 40 kilómetros de la capital.

Llegamos así al término de nuestro periplo. Con estas líneas pretendíamos hacernos eco de una efeméride: el cuadragésimo aniversario de un icono de nuestra ingeniería, el Viaducto de Barrios de Luna, enclavado en un agradable y singular rincón de nuestra geografía. Un puente que invita a la contemplación y cuya incontestable belleza evoca la palabra perfección.

Espectacular, colosal, sorprendente, formidable, impresionante, fascinante, sobrecogedor… no hay adjetivos suficientes para describir la magnitud de la obra. Lo estilizado y elegante de su figura junto a su simétrico reflejo en el espejo de las aguas del embalse nos ofrecen una estampa que provoca nuestra admiración, reconocimiento y agradecimiento a quienes lo hicieron posible.

 

Pablo Pujadas Álvarez

Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos 

Profesor de Ingeniería de la Construcción en la Universidad Politécnica de Cataluña