La escena más tierna de una osa y su osezno tras el letargo invernal
-Un vídeo difundido por la FOP exhibe las imágenes de una madre jugueteando con el cachorro y reponiéndose del largo invierno comiendo las frescas herbáceas cantábricas
Los osos de la Cordillera Cantábrica ya han despertado de su letargo invernal, cuando se creía que ya muchos de los ejemplares renunciaban a la hibernación como consecuencia del cambio climático. Pero la salud de la población osera cantábrica es muy buena según desprende un vídeo distribuido por la Fundación Oso Pardo , con imágenes grabadas de una hembra y su osezno jugueteando y comiendo frescas hojas para reponerse de su largo sueño.
El vigor de la madre y su osezno ofrece una imagen vital que sostiene la teoría de la recuperación de esta especie en peligro de extinción. En el vídeo se ve cómo la dormición ha hecho mella en la osa, que se observa delgada pero con un apetito atroz, ya que después de hacer juegos con el osezno se repone comiendo todo lo que está a su alcance y lo que no.
Para llegar a esta hogareña y primaveral estampa han tenido que pasar tantas cosas que casi parece un milagro. El frío y duro invierno da paso a la época del celo, que durará hasta que comience el verano. Los osos, animales promiscuos por naturaleza, apenas comparten unos días de cortejo y reproducción, no más diez días, que es el tiempo en que las hembras están en celo. Estas, de fecundación inducida, solamente pueden gestar por la provocación de la propia cópula. La gestación dura unos dos meses y es en plena hibernación cuando finalmente paren, ya en la osera, a entre uno y tres oseznos.
Cuando llega el otoño, los osos pasan por un periodo de hiperfagia, es decir, consumen grandes cantidades de calorías para preparase para el invierno y la hibernación. Las crías suelen nacer en enero en la cueva en la que la madre se encerró una vez preñada. En la Cordillera Cantábrica, el 80% de las oseras son cuevas frente al 20% que son excavadas en el suelo.
Con la llegada de la primavera las madres y sus crías salen de las oseras. Al coincidir la salida del letargo con el periodo de apareamiento, las madres se muestran especialmente vigilantes con la aparición de los machos, proclives al infanticidio para poder reproducirse.
Los oseznos permanecen con sus madres al menos hasta la primavera o el verano siguiente, cuando han alcanzado el año medio y pesen unos 40 kilos. Es el periodo, por tanto, en el que las madres vuelven a estar en celo. Los oseznos suelen permanecer unos meses junto a sus hermanos, hasta que finalmente se separan para comenzar su vida como adultos.
Vídeo: FUNDACIÓN OSO PARDO