No sólo el tiempo vuela en el campo leonés. La tecnología revoluciona la agricultura
-Los drones surcan los cielos de la provincia de León para la aplicación de sulfatos y abonos en cultivos como el lúpulo o las alubias
El tiempo vuela. La tecnología ha conseguido retos que se creían imposibles: desde inteligencias artificiales, que responden a cualquier pregunta que se nos pasa por la cabeza, a coches capaces de conducirse solos. La cuarta revolución industrial, protagonizada por Internet y sus aplicaciones, ha llegado a todos los sectores de producción, y el primario , y concretamente la agricultura, no iba a ser menos.
Tractores que se conducen solos, sembradoras que detectan si ya se ha puesto la semilla en la zona por la que se está volviendo a pasar o sistemas de riego automatizados que se controlan desde teléfonos móviles son algunos de los avances a los que se le suman los drones para surcar los cielos de las tierras.
Estos vehículos aéreos no tripulados «son el futuro», como explica Miguel Bernardo, uno de estos pilotos y creador de Babia Ingeniería, y desde la Universidad de León lo saben. Desde este 2023 ya se experimenta con estos aparatos, a los cuales se les ponen en cara a cara contra tractores para analizar cual de los dos lo hace mejor. La función que desempeñan es la de sulfatar fincas de lúpulo: el tractor de abajo a arriba y el dron de arriba abajo. Sin tener aún los resultados, Miguel avanza que estos aviones de casi tres metros «lo hacen muy bien».
Estos drones son capaces de realizar tareas que hasta ahora se venían haciendo desde un tractor, como la siembra, en los cultivos del arroz, o la pulverización de sulfatos que podrían pasar a hacerse desde el aire de una manera autónoma, más eficiente y económica.
Versatilidad y rapidez
«Da igual el terreno, el suelo o el estado de cultivo, la aplicación de un dron es todoterreno»
El mercado de los drones llegó a España en 2014, cuando tan solo se contaba con 109 pilotos de drones; en 2021 esta cifra se multiplicó por más de 460, llegando a los 50.836 pilotos registrados en la AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea). Este mercado parece no tener un techo, solamente cielo para seguir pilotando más drones por más pilotos. Una de estas empresas dedicadas a la enseñanza del manejo de estas aeronaves es Invicsa que explica que «la demanda no para de aumentar».
La toma de imágenes con un carácter fotográfico, para la seguridad o para el rescate de una persona es una de las funciones que estos transportes puede hacer. Pero desde el campo, ingenieros agrónomos han visto la oportunidad de obtener un mayor rendimiento en la producción agraria.
Los drones tendrán tres funciones: el control de los cultivos en temas como la cantidad de agua que cada zona de la finca necesita, el control de plagas y enfermedades; el monitoreo de los campos; y sobre todo la aplicación de productos para mejorar el rendimiento de las plantas sembradas.
Todos estos datos que se obtienen se utilizan para realizar un estudio especializado de cada una de las parcelas y de las zonas que la conforman por lo que la aplicación de ciertos tratamientos tiene que ser más o menos concentrada y es el agricultor quien decide como aplicar dichos tratamientos.
Uno de esos agricultores es Diego Castellanos, un joven de 21 años de Santa María del Páramo que estudia el grado universitario en Ingeniería Agraria en la Universidad de León. Desde esta universidad se ofreció a los estudiantes un curso, impartido por Invicsa, para ser piloto de las aeronaves. Fue ahí donde el gusanillo de juntar drones y agricultura picó a Diego.
Tras obtener el título de piloto de drones, está a la espera de obtener otro permiso para poder utilizarlo con un fin agrícola, el de piloto aplicador.
Este curso que la Junta de Castilla y León sacó en 2023 en enero ofreció 20 plazas para todos los que se inscribieran, uno de ellos Miguel Bernardo. Junto a él, 17 agricultores que al igual que Diego vieron en estos aparatos la posibilidad de aplicarlos a la agricultura, pero de manera particular.
Demanda cursos
De los 20 participantes en el curso de piloto aplicador, 17 eran agricultores
El hecho de que, en un futuro, cada agricultor tenga un ‘minihelicóptero’ es algo que cuesta creer, pero «hace años veíamos inimaginable que un tractor se pudiera conducir solo, pero ahora todos los agricultores lo manejan sin problemas. ¿Por qué no podemos pensar que en quince años cada agricultor tenga un dron en su casa», reflexionaba Miguel.
Uno de los problemas que se plantean en este aspecto es el tema legislativo. La legislación, en Castilla y León prohibe los medios aéreos como avionetas, pero hay que tener en cuenta que esta normativa es previa a la existencia de los drones enfocados en la agricultura, por ello «se tienen que actualizar». Algunas comunidades autónomas como Extremadura ya ofrece más permisos para la realización de dichas actividades por lo que hay «pequeños vacios legales».
El futuro está aquí y viene por el aire. Estas aeronaves inteligentes ahorrarán tiempo y dinero a los agricultores que abren la puerta a un mundo de oportunidades, que como fue el caso de los GPS en los tractores que los hizo a conducirse solos, para la aplicación de manera autónoma de sulfatos, semillas o analisis para tratar el campo.
Rentabilidad de los drones
El coste de estas naves va desde los 3.000 hasta los 30.000 euros. Esta inversión, al alcance de pocos bolsillos, es realizada principalmente por empresas con el fin de ofrecer un servicio rápido y versátil que ahorrará al agricultor horas de trabajo y dinero. Por su parte, el precio de la contratación de estos servicios oscila los 40 euros por hectárea para la pulverización de los productos sobre el cultivo.