El oídio arruina ya la campaña de lúpulo en León y los agricultores claman soluciones urgentes
Especialmente afectadas están las plantaciones de la ribera del Órbigo como Villanueva de Carrizo, Quintanilla de Sollamas o Llamas de la Ribera, mientras que en la zona de Astorga el ataque es menor
Una ruina. Así se presenta la campaña de lúpulo de este año. El oídio, un hongo que ataca los cultivos y torna el verde de las motas en un marrón parduzco, está provocando esta vez más problemas que nunca a los agricultores y está arruinando buena parte de las plantaciones, en las que ha llegado a afectar hasta al 60% de la planta, lo que hace que ésta pierda valor.
El asunto no es menor, pues en algunos casos ha echado a perder plantaciones enteras que no van a ser recogidas ante la enorme plaga que afecta al lúpulo, uno de los cultivos claves en León.
El llamado oro verde, del que viven familias enteras en varios puntos de la provincia, cada vez da menos alegrías. El aumento de los costes y las escasas herramientas con las que cuentan los agricultores a la hora de hacer frente a las plagas convierten el trabajo del lúpulo en algo demasiado costoso a todos los niveles. De hecho, algunos agricultores no sacarán lo suficiente ni para cubrir los gastos básicos cuando finalice la campaña, hacia finales de septiembre.
La recogida acaba de empezar hace unos días y el oídio ya se ha convertido en el protagonista. Si bien no ha afectado a todas las plantas por igual, prácticamente todos los agricultores se han visto quejados por este problema, que ya se ha convertido en algo recurrente en los últimos años.
La ribera del Órbigo, la más afectada
Especialmente afectadas están las plantaciones de la ribera del Órbigo como Villanueva de Carrizo, Quintanilla de Sollamas o Llamas de la Ribera, mientras que en la zona de Astorga el ataque es menor. La diferencia entre unas zonas y otras tiene que ver con las condiciones meteorológicas. Las noches algo más frescas y las temperaturas no tan altas como las del año pasado han sido el caldo de cultivo perfecto para el avance del oídio este verano.
El secretario general e de Asaja, José Antonio Turrado, ha explicado que el oídio es un problema para los agricultores año tras año . “El asunto es que, para el lúpulo, no hay productos expresamente autorizados que permitan luchar contra estas plagas. Al ser considerados cultivos menores porque no representan una gran superficie, las multinacionales no investigan para sacar nuevos productos fitosanitarios. No les interesa porque no hay muchos compradores y eso supone que no hay negocio”.
Según Turrado, al quitar productos del mercado que atajen las plagas y no reponerlos por otros nuevos ante la falta de ensayos que prueben su efectividad, los cultivadores se quedan sin opciones mientras las plagas avanzan. “Lo que necesitamos son autorizaciones excepcionales que permitan hacer frente a estos problemas, que las administraciones den el visto bueno a nuevos productos o que los que se usan para otros cultivos se puedan utilizar también en el lúpulo”.
A este respecto, el presidente de la agrupación agraria asegura que la autorización de nuevos productos es un proceso complejo y “dan los permisos con cuentagotas, así que el problema ha ido a más con el paso del tiempo”.
Un aspecto que corrobora el que fuera presidente de Lúpulos de León durante siete años, Isidoro Alonso: “El ministerio y la Junta se han olvidado del lúpulo. Políticamente, nos han vendido”, asegura. Él es uno de los agricultores “cabreados” con la administración ante la falta de soluciones. Él lo tiene claro: “Vamos a vivir muy pocos cultivadores de esto”. Para revertir la situación, piden a los responsables políticos que conozcan 'in situ' el problema del lúpulo, que se acerquen a las tierras donde se cultiva una planta que en León supone nada menos que el 95% del total de España.
Para luchar contra las plagas de oídio, actualmente y al margen de productos ecológicos, se suele utilizar el azufre o metrafenona, antídotos que suelen funcionar sobre todo a nivel preventivo pero que resultan insuficientes cuando la plaga es fuerte. El hongo hace su incursión en el mes de junio y este año ha llegado con especial virulencia. Desde entonces, los cultivadores de lúpulo han redoblado sus esfuerzos para tratar de mantener sanas las plantas, pero ha sido inútil.
"Europeos para todo"
No son pocos los que reclaman a la administración competente poder usar aquí los materiales que se emplean en Alemania, -“si somos europeos lo somos para todo”, argumentan- otro de los países importantes en el cultivo del lúpulo . Allí también se han prohibido algunos principios activos contra las enfermedades de esta planta trepadora, la diferencia es que sí se han hecho ensayos de otros nuevos y los cultivadores germanos disponen de tres o cuatro alternativas para pertrecharse contra el enemigo.
Esos ensayos que darían salida a nuevas herramientas contra el oídio son costosos y pueden alcanzar los 70.000 euros, una cantidad que resulta difícil de asumir por parte de los agricultores y que las grandes empresas no están dispuestas a pagar ante la escasa rentabilidad por la superficie de cultivo en España. Algo que sí hacen allí, donde el lúpulo es más numeroso. Así lo explica el actual presidente de Lúpulos de León, Alberto Martínez. “Sería bueno que pudiésemos contar con dos o tres materias activas para ir alternando y poder combatir el hongo, porque éste se acaba haciendo resistente”. Además, las herramientas para luchar contra las plagas en Alemania quizás no sean de utilidad aquí, pues los ensayos hay que hacerlos en el lugar del cultivo para tener en cuenta las condiciones climatológicas, que afectan en gran medida a su efectividad.
En cualquier caso, el 60% del lúpulo que se consume en España viene importado de Alemania y otros países en los que sí está permitido el uso de materias activas que aquí están prohibidas.
Ahora, a semanas para que concluya la campaña, el margen de acción es prácticamente nulo y ya se prevé que el resultado sea malo, de los peores de los últimos años. “Hay que esperar, pero puede ser un año catastrófico y ya se puede hablar de pérdidas”, afirma Martínez.
La solución a este problema que somete al lúpulo pasa por nuevos ensayos que den salida a nuevas herramietas para luchar contra las plagas que arruinan las cosechas.