Diario de León

Las tiendas de los pueblos reivindican su importancia en un mundo rural envejecido

Exigen un régimen fiscal diferenciado que tenga en cuenta su labor social y dificultades

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Los tenderos de los pueblos, de norte a sur y de este a oeste de la provincia, reivindican su importancia en un mundo rural envejecido.

«Mantener el comercio local en los pequeños pueblos es esencial para que se mantengan con vida. Y más con una población envejecida y limitada. Se necesita apoyo de la población y de las instituciones», afirma Sagrario de la Mota Leal desde Grajal de Campos.

«Los pueblos sin bares y tiendas se mueren», dice José Eugenio Cascos desde Maraña.

«Vivimos prácticamente de la gente jubilada y de los pocos que todavía trabajan en esta comarca», señala María José García desde Villaseca de Laciana.

Sagrario de la Mota

«Cada vez es más difícil salir adelante, pero damos un servicio necesario e imprescindible»

Todos aseguran que el invierno es muy duro y apenas da para ir librando gastos, mientras que en verano los pueblos se multiplican y logran hacer algo de caja. Por ello reclaman más ayudas a las administraciones, especialmente un régimen fiscal diferencial que tenga en cuenta su situación y las dificultades que soportan como un servicio básico a la población y donde, muchas veces, las cuentas no salen.

Con la intención de paliar un poco todas estas dificultades, la Consejería de Industria, Comercio y Empleo publicaba el pasado 23 de agosto en el Boletín Oficial de Castilla y León la convocatoria de unas ayudas dirigidas a promover la comercialización y garantizar el abastecimiento en el medio rural por un importe de 200.000 euros, que podrán ser ampliadas en otros 400.000 euros si el número de solicitudes así lo requiere.

La Consejería, en su compromiso con reactivar y dinamizar el medio rural para atraer y fijar población, decía, va a financiar los proyectos vinculados a mejorar y mantener los establecimientos comerciales ubicados en alguno de los municipios de menos de 1.000 habitantes que, con la finalidad de promover la comercialización y favorecer el aprovisionamiento en el medio rural, se dirijan a garantizar el abastecimiento de productos de carácter cotidiano.

María José García

«En invierno se trata de cubrir gastos, mientras que en verano la caja aumenta»

Por este motivo, desde la Dirección General de Comercio y Consumo se van a subvencionar los proyectos de obras e instalaciones de adecuación interior y exterior del establecimiento comercial, así como la adquisición e instalación de rótulos en el exterior del establecimiento, mobiliario o maquinaria vinculada a la actividad comercial.

Del mismo modo, se van a financiar los servicios de apoyo para la instalación y puesta en marcha o para la mejora de los sistemas de comercialización o gestión del establecimiento comercial.

Además, se va a subvencionar la adquisición de vehículos afectos directa y exclusivamente a la actividad comercial y destinados al transporte de las mercancías propias de la actividad ejercida, con la finalidad de garantizar el abastecimiento de productos de carácter cotidiano en el medio rural.

Desde la Consejería de Industria, Comercio y Empleo se va a financiar el 75% del presupuesto aceptado en los proyectos mencionados siempre que sea superior a 1.000 euros e inferior a 15.000.

El plazo de presentación de solicitudes es hasta el 15 de octubre.

Sagrario de la Mota Leal tiene una tienda de ultramarinos en Grajal de Campos, donde asegura «cada vez es más difícil salir adelante en estos pequeños núcleos de población, pero a la vez es una prestación a los vecinos que resulta necesaria e imprescindible». Por ello no vería con malos ojos «que se tomaran medidas ante la continúa presencia de la venta ambulante. Creo que todos tenemos la necesidad de trabajar, pero considero que estas ventas no contribuyen en el mantenimiento de las poblaciones». Hay que tener en cuenta que en Grajal de Campos en época invernal no hay más de 110 personas y, de éstas, «la mayor parte son mayores. Esto de llevar los productos a la puerta de su casa nos perjudica considerablemente. A su vez, la venta ambulante no paga en la localidad los impuestos que los que residimos aquí. A nosotros, fuera de la época de verano, a duras penas sale caja para ir pagando la mutualidad, impuestos o la luz».

José Eugenio Cascos

«Mientras tenga salud seguiré con el bar y la tienda abiertos. Sin ellos los pueblos se mueren»

Muy distinto es en verano, cuando se triplica la población «y eso nos permite aliviar el resto del año».

Sagrario es la segunda generación en el negocio. Primero fueron sus padres los que tuvieron la tienda durante toda una vida, «y ahora continuamos nosotros y, salvo que vengan muy mal dadas, no habrá relevo generacional ya que los jóvenes, como nuestros hijos, han abandonado el pueblo en busca de un futuro más halagüeño».

Afirma que está satisfecha con la atención de los distribuidores. «Tanto en el periodo de la pandemia como en la actualidad no han dejado de servirnos puntualmente en ningún momento, lo que agradecemos, al evitarnos el problema de tener que desplazarnos para mantener nuestras estanterías con género». Conservas, leche, pan, productos de primera necesidad, embutidos, congelados, fruta... nunca faltan.

Subraya «la importancia de mantener el comercio local en los pequeños pueblos. Nunca debería perderse. Es la esencia de la vida y el mantenimiento tanto del pueblo en sí como de quienes residen en él, más con una población envejecida y limitada. Comprar en los pequeños comercios hacen que lo veamos con optimismo. Necesitamos el apoyo de la población y de las instituciones».

En otro extremo de la provincia, María José García es la gerente de la tienda La Cesta del Lobo de Villaseca de Laciana. Lleva en esta actividad desde el año 2016 y no cree que este tipo de negocios tengan relevo generacional. «Es bastante duro tener una tienda en zonas de poca población, a la vez que recuerda que «hay supermercados grandes a pocos kilómetros». Dice que «vivimos prácticamente de la gente jubilada y de los pocos que todavía trabajan en esta comarca».

Como el resto de los pequeños pueblos leoneses, una cosa es clara: «en época invernal se trata de supervivencia y cubrir gastos, mientras que en verano la caja aumenta; lo mismo que la campaña de Navidad o en Semana Santa», señala.

Pero, a pesar de todas las dificultades, esta joven se siente «muy afortunada» de poder trabajar en su pueblo. «Me parece un lujo». Reconoce que el 90% de los jóvenes que viven en Laciana es porque «son emprendedores, autónomos o empresarios».

En este sentido reclama que el Gobierno y las administraciones competentes «no tienen en cuenta que no es lo mismo se autónomo en una ciudad que un pequeño pueblo. «Nos funden a impuestos igual pero no ganamos lo mismo», afirma. Su negocio genera una media de cuatro empleos al año».

También en el norte, enclavado en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, José Eugenio Cascos González lleva toda la vida regentando el bar Riosol de Maraña que, a la vez, hace de pequeño supermercado. Fue durante varias legislaturas alcalde de Maraña. Se encuentra en una jubilación activa ya que no quiere cerrar el bar puesto que es consciente de que es un lugar de encuentro de la gente y que a la vez hace una labor social importante. «Mientras tenga salud seguiré con el bar abierto», asegura.

De momento, señala, no tiene problemas con los proveedores. Respecto a los clientes, apuesta por los de todo el año ya que los de verano «solo compran aquellos productos que pesan como el agua o la leche. El resto ya lo traen. El cliente de invierno compra de todo», dice.

No obstante, reconoce que las ventas cada vez son menos.

En cuanto a las administraciones, considera que es necesario «que los negocios del mundo rural deberían pagar menos impuestos para que haya relevo generacional que ahora no lo hay».

Para Eugenio Cascos es «muy difícil mantener el bar y el supermercado ya que hay muy poca gente en los pueblos; sobre todo los meses de invierno. Tengo una treintena de productos básicos por si a la gente le surge una urgencia como aceite, azúcar, arroz, leche, legumbres y otros».

Hasta los año ochenta compaginaba la ganadería con el bar y la tienda. Luego se quedó sólo con el bar y la tienda. «Los pueblos sin bares se mueren antes. El bar es un centro de información donde, por ejemplo, se hacen las gestiones de compra de ganado».

información elaborada por: Acacio Díaz, Vanessa Araujo, J. Mª Campos y Armando Medina

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