La Fiesta de la Manteiga de Sosas de Laciana atrajo ayer a cientos de lacianiegos
El acto fue organizado por la lechería La Popular y la Junta Vecinal con un amplio programa de actos
Cientos de lacianiegos no quisieron perderse ayer la Fiesta de la Manteiga que acogió la pedanía lacianiega de Sosas, concretamente en los exteriores del restaurante El Campillo.
Una fiesta, organizada por la Lechería Popular y la Junta Vecinal de Sosas de Laciana, que sirvió para rememorar el trabajo que se realizaba tras recoger la leche y llevarla a la lechería hidraúlica del pueblo, La Popular y ahí convertirla en exquisita mantequilla.
Este evento, organizado por la gerente de la citada lechería, Angélica Fernández, agradeció la gran acogida que ha tenido un año más y especialmente la colaboración económica por parte del Instituto Leonés de Cultura (ILC), ya que ha sido la única administración pública que ha aportado una ayuda para mantener viva esta fiesta.
El programa comenzó con talleres infantiles de marcaje de manteiga, actividades en patsuezu y juegos tradicionales. Y a partir de las 13.00 horas se abrió el baile vermú y la degustación de la recha con manteiga, siendo una rebanada de pan con mantequilla de La Popular. Los asistentes pudieron degustar un plato típico de la zona, la caldereta y tras ello, el toque musical corrió a cargo de las actuaciones de música tradicional con distintos grupos, como La Payetsa, Panderetes de Zarréu, David Álvarez, Tsú-Folk y Roberto Álvarez.
Ya entrada la noche, la fiesta continuó con una cena a base de paella y para cerrar el evento los asistentes se divirtieron con el músico David Payares y su acordeón. Además se contó con el primer festival de Madreñas, donde los concursantes debían bailar con este calzado típico de la zona.
Durante todo el día, los artesanos también mostraron sus productos y la lechería hidraúlica estuvo abierta al público para conocer La Popular, la cual comenzó a funcionar en el siglo XIX y estuvo en actividad hasta el año 1968, formando una cooperativa en la que los vecinos entregaban la leche para transformarla en mantequilla, transportándola hasta Villager y de ahí comercializarla en Madrid.