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«La gente de Laciana ya era emprendedora y valiente antes del carbón»

- Sara Álvarez Gómez, una asturiana de 29 años, es una de las nuevas repobladoras de Laciana. La creadora del proyecto cultural Camminus se asentó en Orallo para colaborar con una amiga de forma puntual y se quedó. Su objetivo a largo plazo es que el Centro de los Castros de Rioscuro sea un foco cultural.

León

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Nacida en Oviedo, Sara Álvarez Gómez, pertenece a una de esas familias que pasaban los veranos en León, en La Vecilla, con raíces en Grado por parte de madre y conocedora de la ganadería por la parte partena, de Quirós. De la mina algo se sabe en Asturias aunque seas de Oviedo, pero además Sara tenía un tío que trabajó en Laciana. 

Con 18 años se fue a Madrid a estudiar Bellas Artes para especializarse luego en Mediación Cultural y Educación Disruptiva. Un máster en gestión cultural en la Universidad Carlos III encaminó sus pasos hacia Villablino. 

«Una amiga me pidió que le ayudara en la redacción de un proyecto cultural y le dije que le ayudaba a desarrollar el proyecto, pero que yo me iba a Villablino», explica. No quería volver a Madrid ni a Oviedo. Nada de ciudades.

Producción cultural
«A largo plazo el objetivo es convertir el Centro de los Castros en un foco cultural»

Aquello fue en 2018 y de aquellos comienzos surgió el Proyecto Camminus en Laciana, una iniciativa cultural que a largo plazo quiere convertir el Centro de los Castros de Rioscuro (construido en 2013 y casi en total desuso) en un foco cultural no sólo como difusor de exposiciones y eventos, sino como generador.

El Ayuntamiento de Villablino recogió el guante cuando Sara Álvarez Gómez optó a una de las plazas temporales que saca cada año y Camminus «se ha ido transformando en una oferta cultural pública» que se sustenta sobre dos ejes: la participación ciudadana y la memoria de Laciana. «No es tanto una memoria etnográfica, sino ver qué tipo de identidad nos dejó la mina para mirar hacia el futuro». explica.

El proyecto también pone el foco en el turismo, «que ya existe. enfocándolo desde una perspectiva sostenible: no queremos ser un pueblo de la cosa lleno en verano y vacío en invierno». «Buscamos un turismo orgánico, cultural, lento, que se adapte al entorno», subraya.

Turismo lento
«No queremos ser un como un pueblo costero que se llena en verano y se vacía en invierno» 

Sara Álvarez Gómez se ha convertido en una nueva vecina con domicilio en Orallo y con ella ha llegado también su pareja, Adrián Fernández Balsera que teletrabaja como diseñador de App y webs para empresas que tienen impacto social y es un voluntario más del proyecto Camminus.

Como ejemplo del tipo de memoria con la que trabajan, la gestora cultural reseña la iniciativa que llevó a cabo durante la pandemia de un Archivo Lacianiego Experimental. «La memoria hay que repensarla, para una persona puede ser la bota de su abuelo de hace cincuenta años y para otras, otra cosa», señala.

La Feria del Libro de Villablino o el festival Samhain son otras de las iniciativas que llevan a cabo con la filosofía de la participación ciudadana y la conexión intergeneracional. El Samhain conecta el origen celta de Halloween y el desconocido mundo prerromano al mismo tiempo que recupera tradiciones como el magosto y una relación con los muertos más natural. Se celebra durante una jornada completa en Rioscuro. «Este acudieron unas 1.200 personas a actividades en la naturaleza, calechos, magosto y música», subraya Sara Álvarez Gómez.

«No hay posibilidad de tomar decisiones desde lo rural, no como individuos sino como institución pública. Se toman decisiones desde las ciudades por personas que no tienen contacto»

«A través de la música hacemos un trasvase generacional: empezamos con música tradicional, seguimos con mezcla de electrónica y finalizamos con electrónica, de forma que en un mismo acto coinciden mi vecina Vitorina y chicos de 20 años; nenos y nenas en los talleres y gente mayor que viene a las castañas», apunta. Se hace comunidad y «a través de la cultura hablamos de nuestras tradiciones, promovemos el contacto intergeneracional y acogemos a gente que viene de fuera de una forma sostenible», insiste.

El festival ha contado con apoyo de la Diputación —este año no por causa de las elecciones, aunque esperan que se retome— el Ayuntamiento de Villablino y la Reserva de la Biosfera. Después de cuatro años largos en la zona, Sara Álvarez Gómez ve a Laciana «espectacular en comparación con otros lugares. Aquí la descarbonización empezó más tarde y podemos tomar ejemplo de otras cuencas mineras. Ver lo que queremos y lo que no», subraya.

Una cosa tiene clara y con estas mimbres trabaja: «Laciana ya existía antes del carbón. Tenía una ganadería estupenda, proyectos emprendedores impulsados por la Fundación Sierra Pambley y aprovechamiento forestal. La gente, claro que con muchos menos habitantes, ya era valiente y dura, emprendedora y guerrera antes de la minería», subraya.

«Sé lo que fue Laciana cuando tenía casi 20.000 habitantes, pero no tengo recuerdos para comparar y lo que veo ahora me parece tan bien. Entiendo la pesadumbre de quienes lo vivieron»

Piensa que a nivel de emprendimiento, Laciana tiene más potencial del que puede parecer desde fuera. «Aquí hay gente joven haciendo cosas, gente que vuelve y gente a la que le gustaría volver», subraya. Un turismo sostenible, lento y cuidado es uno de los filones de ese futuro que contempla con más optimismo que quienes tienen la memoria del Valle habitado por cerca de 20.000 personas, con mucho movimiento de dinero y que parecía que no iba a parar de crecer.

«Sé lo que fue Laciana en aquellos tiempos pero no tengo recuerdos para comparar con la actualidad y lo que veo ahora me parece tan bien, aunque entiendo la pesadumbre de quienes lo vivieron», comenta. Su perspectiva no cree que sea única. «Creo que las generaciones jóvenes tampoco tienen presente ese pasado, no tienen referencias. Muchos de sus padres ya no han sido mineros, lo han sido sus abuelos», añade.

La minería se acabó pero de la cultura del carbón queda, además, un poso que puede enriquecer el futuro del valle. «De la minería hay que aprovechar el mestizaje cultural y económico, el trabajo en equipo y los conocimientos de cómo hacer un tejido organizativo: esto es un tesoro», defiende.

FERNANDO OTERO

Sara Álvarez Gómez ha elegido la vía verde de Laciana, de 13 kilómetros de longitud, para retratarse en este reportaje. Es un símbolo de la conexión del valle. «Desde cualquier pueblo puedes llegar a la otra punta de Laciana. No hay muchos municipios en los que puedas ir andando de un pueblo a otro», subraya.

Sin duda, en Laciana hay muchas necesidades. Y una de las que más resalta esta joven de 29 años es el transporte público. «Nos faltan autobuses. Esta es una de las cosas más importantes que se pueden mejorar. Cuando a una chica de 19 años que estudia en Oviedo le limitas a un autobús el viernes por la tarde para venir y otro el domingo por la mañana para regresar, no vendrá. Hay que intervenir para buscar otras soluciones e infraestructuras», recalca.

La sanidad es otro punto flaco del valle. «Yo tengo el privilegio de tener 29 años y estar sana, pero tengo una vecina en Orallo que baja todos los días a Villablino a pincharse. La sanidad se maltrata mucho aquí y por eso tenemos una Plataforma Sanitaria muy implicada», explica.

«En Camminus, a través de la cultura hablamos de nuestras tradiciones, promovemos el contacto intergeneracional y acogemos a gente que viene de fuera de una forma sostenible»

Otra cosa que ve deficitaria es la falta de participación, no ya de la gente, sino de las instituciones locales en las decisiones que afectan al devenir de la comarca. «No hay posibilidad de tomar decisiones desde lo rural, no como individuos sino como institución pública. Se toman decisiones desde las ciudades por personas que no tienen contacto con la realidad de aquí, cuando aquí somos completamente capaces de decidir», señala.

Esto que dice no es una idea abstracta. Se plasma en situaciones reales. «Pongo por caso un programa de subvenciones para un proyecto cultural de 40.000 euros en el que el 25% lo tiene que poner el ayuntamiento. Es que a lo mejor no necesito uno de 40.000 euros, sino diez de cuatro mil euros. Nos envían proyectos prefabricados», que muchas veces no encajan con las realidades locales.

La experta en gestión lamenta que cada poco se le pida participar en grupos focales. «Se nos pide la opinión para luego legislar y enviarlo hecho y a lo mejor lo importante es que entremos en la toma de decisiones».

La actividad cultural que hay en el valle es una prueba del dinamismo y la riqueza que encierra en cualquier época del año. «Cuando mi novio y yo nos quedamos a vivir, la gente de Madrid nos preguntaba si nos aburríamos», comenta. Y su respuesta: «Estáis locos, no sabéis lo que tengo aquí, y no solo de trabajar en la huerta o porque tenga unas gallinas; no, no, me refiero a agenda cultural. Todos los fines de semana hay algo y estamos todo el rato moviéndonos», aparte de que prender la caldera, en invierno, y segar el prao en primavera también llevan su tiempo. 

Sara Álvarez Gómez colabora también con la Asociación por la Recuperación de la Mantequera Leonesa, otro valor local y tradicional que se abre paso en la Laciana del futuro. Este fin de semana ha estado ocupada con la feria en la que, además del xato a la estaca, se ha proyectado el documental Serrana mía, sobre la cabra verata que ha realizado la Asociación Cultural La Vera, de Cáceres, como parte del trabajo de un laboratorio rural para hablar de la desaparición de la especie y el papel de la mujer en la ganadería. Es una forma de poner en común y colaborar con otros proyectos en la misma sintonía de cambio.