Los agricultores leoneses pierden 80 millones de euros por los costes y los bajos precios del maíz
La producción se queda en 884.455 toneladas con la caída registrada por la obligatoriedad de rotar cultivos
Los agricultores leoneses han perdido en esta campaña 80 millones de euros por el aumento de costes de abonado y la bajada del precio del maíz, en una campaña en la que se han registrado unas producciones de 13.000 kilos por hectárea, hasta alcanzar las 884.455 toneladas, una caída provocada por la obligatoriedad de rotar cultivos.
Son los datos de la Comisión Provincial de Estadística recabados por Asaja León, que constata que «el gran problema al que se enfrentan los productores de maíz es la caída de la rentabilidad de este cultivo» ya que, tomando como referencia el año 2021, la caída de las cotizaciones es de 52 euros por tonelada, el 18,7%. «Este menor precio le supone al productor dejar de percibir una media de 676 euros por hectárea», añade la organización agraria.
En cuanto a la subida de los abonos, en la campaña actual el incremento, también respecto a 2021, ha sido de un 77 por ciento en el caso de los abonos nitrogenados y de un 102,8 por ciento en el caso de los abonos complejos de sementera. En total, calcula Asaja que con una dosis de abonado de 900 kilos por hectárea de cada uno de ambos, habitual en la provincia, los agricultores leoneses han gastado 183 euros más por hectárea en el abonado nitrogenado y 325 euros más por hectárea en el abonado de fondo de sementera, por lo tanto un total de 508 euros más por cada hectárea cultivada.
«Tan solo manejando el factor de las ventas y del abonado, el productor de maíz ha perdido 676 euros por menor facturación y 508 euros por mayor coste de abonado, por cada hectárea que ha cultivado, un total de 1.184 euros», señala la organización agraria, que insiste en que en este contexto «la mayoría de los agricultores leoneses están produciendo a pérdidas, y ni tan siquiera con las ayudas de la PAC se sale de los número rojos si se tienen en cuenta las amortizaciones, la renta de la tierra y la remuneración del trabajo del agricultor».
«Hay que tener en cuenta que además de estos crecimientos desproporcionados de los costes de los abonos, los ha habido también en el gasóleo agrícola, en la electricidad que se repercute en el coste del agua de riego, en los herbicidas, en las semillas certificadas, en los repuestos y reparación de la maquinaria, en los trabajos contratados a terceros (cosechar y secar), en el precio de la tierra y por supuesto en todas las inversiones», afirma la organización, que pide a las administraciones agrarias que revisen sus tratados de comercio internacional, incluida Ucrania; que se eliminen los aranceles a la importación de abonos minerales; que se autoricen los cultivos transgénicos; y que se eliminen las normas de la PAC que llevan a producir menos a mayor coste (rotación, diversificación y barbecho).