Caballos y vacas deambulan sin control por las carreteras de Acebedo, Maraña y Burón
El ganado, que sale en busca de la sal que se arroja en la CL-635, supone un peligro para la seguridad vial y también sanitario
El ganado campa a sus anchas por la carretera provincial de Maraña y la carretera autonómica CL-635. Esto lleva sucediendo desde hace unos meses sin que ninguna administración tome cartas en este asunto, a pesar de que ya fue denunciado por los alcaldes de Acebedo, Burón y Maraña . Desde hace meses es habitual ver reses de vacuno y caballar en las carreteras para lamer la sal. Esto ha causado ya varios accidentes en el cruce de Maraña, en el puerto de Las Señales y el último en la recta a la entrada de Lario, donde un todo terreno impactó con una vaca resultando el animal muerto y daños considerables en el vehículo aunque sin que los ocupantes resultaran heridos.
La situación es que el ganado se encuentra libre y no está vallado por lo que es habitual que salgan a las carreteras. El malestar de los vecinos y responsables políticos es muy importante, dado que es normal ver animales en la carretera por la noche. «Es fácil ver donde están estos animales. En cuanto veas abono en la carretera ya puedes tener cuidado», señalaba un vecino de Maraña quien recuerda que la zona más afectada es desde Lario hacia el puerto de Las Señales. A esto hay que unir que las reses ya ni se asustan y en muchas ocasiones la gente tienen que salir de sus vehículos para moverlos. «Pero vuelven de nuevo a la carretera. La solución es que obliguen a vallar las fincas donde están las reses», afirman.
Peligro nocturno
Los alcaldes de Maraña, Omar Rodríguez, de Acebedo, Isidoro Díez, y de Burón, Pedro Luis Álvarez, han denunciado el abandono en que se encuentra algunas ganaderías de animales de esta montaña a los cuales es habitual verlos en las carreteras. El Ayuntamiento de Maraña había presentado un escrito en la Unidad Veterinaria de Riaño informando de la «recurrente presencia de numeroso ganado de vacuno y equino sin control de ningún tipo por parte de sus propietarios, atravesando carreteras, pastando en fincas particulares o comunales y en monte de utilidad pública. E incluso llegando a entrar en los cascos urbanos de las localidades, situación que afecta a los municipios de Acebedo, Burón y Maraña». Denuncia que esta situación se está llevando a cabo sin ninguna garantía sanitaria ni control de las administraciones por un pertinente movimiento de ganado no autorizado en distintos municipios «que supone un riesgo para la sanidad animal por el peligro del propagación de enfermedades pero también para la seguridad de las personas al afectar a vías de comunicación».
Recuerdan los alcaldes que pequeños municipios como los de ellos no disponen de competencias en materia de sanidad ciudadana para llevar a cabo el control e identificación del ganado que deambula descontroladamente por vías públicas. A esto se une que según los ediles la Guardia civil no cuenta con personal suficiente para atender las peticiones de los Ayuntamientos, «quedando en la mayor parte sin atender estos llamamientos». Además los ayuntamientos no tienen competencias en sanidad animal por lo que resulta imposible constatar la identidad de todas las reses de ganado para su denuncia, «careciendo igualmente de competencias para poner sanciones por estos hechos».
Alerta vecinal
Otro de los problemas que denuncian los alcaldes es que esta situación de animales sueltos está creando una situación de conflictividad social, dando lugar a problemas de convivencia y de orden público entre los propios vecinos, lo cual a su vez provoca un incremento de denuncias y reclamaciones en sede judicial, «circunstancia que puede y debe ser atajada por los órganos de la administración autonómica con competencia en materia de sanidad animal y de control y vigilancia de aprovechamientos forestales en montes de utilidad pública».
Por eso, ya han solicitado a la Subdelegación del Gobierno un refuerzo de los medios disponibles en estos municipios para la vigilancia y control de estos animales que en muchas ocasiones afectan a la seguridad de las personas al utilizar las carreteras para desplazarse, “incluso para alimentarse de la sal arrojada».