Diario de León

La aventura adulta de ‘los cinco’ en Nocedo de Curueño

- Nacho ha convertido en casa rural la que fue pensión de su abuelo; Ana Belén y Elsa han transformado el viejo molino de su bisabuelo en alojamiento rural; Borja ha logrado restaurar el tele club que levantaron los vecinos en tiempos de su abuelo y Raquel hace joyas inspiradas en la caza

León

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Son vísperas navideñas y ‘los cinco’ se reúnen para brindar por unos proyectos que son propios y comunes a la vez. El encuentro se celebra en el tele club recién restaurado y listo para que alguna persona inquieta y que ame el mundo rural quiera abrirlo para dar servicio de bar a Nocedo de Curueño.

A la sombra de las montañas que forman el desfiladero de las Hoces de Valdeteja y con el río Curueño como espejo de la memoria, los cinco protagonizan su aventura adulta en la vida real que bien podría ser un cuento de Navidad. 

Son Raquel Alonso Sierra, Borja González Sierra, Ana Belén López, Elsa López y Nacho López Fernández. Tienen entre 37 y 45 años y les une, además del parentesco entre algunos, el sueño de ver a su pueblo reflejado en un futuro con vida.

«Estamos a tan solo 35 minutos de León aunque la falta de cobertura telefónica es un inconveniente para los negocios. Hacen falta más restaurantes y que los municipios promocionen la zona»

Nacho López Fernández volvió al pueblo hace ya una década. «Salí de una empresa de León y monté una de jardinería en Nocedo, pero siempre vi claro que hacía falta una casa rural para dar hospedaje, sobre todo por la caza», explica. La Casa de Quico cumplió un año en agosto, pero tiene muchos más. Es la misma casa que su abuelo Quico  convirtió en pensión para las personas de menos posibles que acudían a tomar las aguas en las Caldas de Nocedo. «La gente de dinero se alojaba en el mismo balneario hasta que cerró en 1984», explica. El abuelo Quico tenía además cantina, correo y panadería. La casa de huéspedes era también famosa porque servía de parada y fonda cuando las grandes nevadas cortaban el paso hacia Lugueros.

Nacho está contento con la experiencia. Su empresa de jardinería da servicio a Lillo, Vegacervera, Cármenes, Valdelugueros... y la casa rural funciona bien. «Pero faltan infraestructuras, no hay restaurantes», apunta al pedir que los alcaldes promocionen más la zona.. 

Los cinco son conscientes de que ha finalizado el tiempo en que la agricultura y la ganadería, junto con la minería eran los medios de vida. «Ahora solo nos queda vivir del turismo», subrayan. Faltan sitios donde comer, que las autoridades leonesas y asturianas se pongan de acuerdo para unir las dos estaciones de esquí y un buen acceso desde Vegarada a Asturias.

«En el siglo que estamos con cobertura va todo más rodado. Para las cosas de la Junta Vecinal tengo que decir que me avisen por WhatsApp porque si no es posible que no me llegue nunca la llamada»

«El teleclub sería un buen negocio, sobre todo, para una persona de la zona», apostillan. Borja González Sierra es el alcalde pedáneo de Nocedo de Curueño. En 2021, la Junta Vecinal concurrió a una subvención del Instituto Leonés de Cultura para restaurar el edificio del tele club que el pueblo había construido en hacendera en 1964.

Desde entonces ha sido el punto de encuentro y reunión del pueblo. «Nocedo siempre ha sido un pueblo de reunirse y hacer cosas en común», subrayan. Por San Antonio, por el Carmen, por San Justo y Pastor, las tres fechas señaladas del pueblo. Con el dinero que sobraba de las fiestas, las nuevas generaciones arreglaron el tejado pero por dentro se había quedado obsoleto y la ayuda del ILC venía como anillo al dedo. 

«Fue engorroso» y arriesgado. Ha supuesto más de dos años de trámites y obra y tuvieron que asumir un proyecto de 1.500 euros sin saber si les darían la subvención. «Pero Borja dijo que adelante», señalan las hermanas López. Elsa, que es abogada y asesora a la junta vecinal, se ha ocupado de los trámites burocráticos. Al final ha salido bien y se han invertido 53.000 euros en la restauración, 90% con cargo a la ayuda del ILC y el 10% restante de fondos de la Junta Vecinal. Curiosamente, cuando se construyó el teleclub el presidente del pueblo era el abuelo de Borja, Ramón Sierra Linacero, así que también constituye un homenaje de su nieto. Borja tenía tanto empeño en ver arreglado el tele club que escribió una emotiva carta al presidente de la Diputación para explicar los motivos por los que querían mantener en pie este edificio.

Raquel ha convertido la caza en la fuente de inspiración para sus joyas y ha abierto su taller en Nocedo de Curueño, su pueblo natal, para poder recibir visitas como en los talleres artesanos de Barcelona

Borja trabaja en Sabero, en la empresa Tecoi y vive en el pueblo con su pareja. Ahora su ilusión y la de todo el pueblo es que «alguien lo alquile», Tienen licencia de actividad de acuerdo a la ley de establecimientos hoteleros y es un edificio accesible.

Casa Rural Quico y el teleclub están en la margen derecha del río Curueño. Igual que el molino que este verano se ha estrenado como alojamiento turístico rural. Las hermanas Ana Belén y Elsa López son las artífices, junto a su padre y su madre, de este sueño. Como en los otros dos proyectos, también hay un vínculo familiar con el espacio. «Fue el molino de nuestro bisabuelo y de su hermano Daniel desde 1907», explican. Hasta los años 70 del siglo XX funcionó como molino harinero. Luego quedó abandonado y se convirtió en una auténtica ruina. Había demasiados herederos. 

Su padre y su madre, que no estaban en el testamento, fueron los que tuvieron interés en comprarlo. Poco a poco, durante 17 años, consiguieron la propiedad. Inmediatamente después, Ana Belén y Elsa empezaron la restauración. Ha sido una empresa titánica por las trabas administrativas, al estar en terrenos de zona inundable bajo el dominio de la Confederación Hidráulica del Duero (CHD). «Nuestros padres nos han impulsado al cien por cien a no rendirnos y luchar», comentan. 

La primera huésped que tuvieron, el pasado mes de julio, fue una de las dueñas de las Caldas de Nocedo, el antiguo balneario hoy en ruinas, Loles Fierro, de 92 años. Luego llegaron familias, grupos de amigos, gente en busca de aire puro y de rutas de montaña. Nochebuena y Nochevieja también está ocupado el Molino de Nocedo. «Tenemos un pueblo espectacular, nuestros padres viven aquí y nos gusta que la gente venga y disfrute de la casa», señalan Ana Belén y Elsa. Las dos hermanas trabajan y viven en León durante la semana y cuando llega el viernes se escapan al pueblo corriendo. «Cuando compramos el molino tenía un agujero que se veía el cielo», dice Ana Belén. Rehabilitarlo es el proyecto de su vida. «Estamos muy ilusionadas. Mi hija ya dibujaba de pequeña el molino», añade. Y su madre, Mari Carmen, está feliz con el nuevo uso. El padre y el marido de Ana hicieron toda la reforma y la fontanería y ventanas, «gente de la zona».

Nocedo de Curueño está a apenas 35 minutos de León, pero la falta de cobertura es uno de los problemas principales a los que se enfrenta cualquier actividad. Los cinco emprendedores que viven su aventura adulta no ven solución al problema, aunque esperan que la instalación de fibra óptica llegue pronto y al menos disfruten de una buena velocidad en internet.  «A la gente que me pregunta si puede venir a alojarse y teletrabajar le decimos que no», lamenta.

Desde las ventanas del molino que dan al río pueden saludar a Raquel Alonso Sierra cuando está en su taller, Quela Joyas Cinegéticas (@quela_joyascinegeticas). Esta joven que acaba de retornar a su pueblo estudió Joyería en la Escuela de Minas de Oviedo, perfeccionó su formación en Barcelona y, al mismo tiempo, en 2014 empezó a trabajar por su cuenta. Tras otro periplo en Oviedo instaló su taller en León capital. Y ahora en Nocedo. «Siempre he querido vivir aquí y no tengo tienda física, porque hago ferias», explica. Empezar de cero en el pueblo hubiera sido complicado pero con su negocio ya en marcha es el lugar ideal. «Una cosa que vi en Barcelona y me gustó mucho es que la gente visita los talleres artesanales y yo quería poner algo así». Unos grandes ventanales con vistas al río y a las montañas ofrecen luz y unas vistas espectaculares a esta artesana que vende por internet en España, Francia y Portugal y en las ferias. «De aquí es de los sitios que menos clientes tengo», dice de León. En el pueblo todo ha ido a mejor. «En León me iba a visitar gente y aquí y es imposible estar mal a gusto trabajando en mi taller», comenta.

La joyería cinegética se basa en materiales relacionados con la caza, desde cuernos, colmillos o balas y culatas, engarzada sobre oro o plata. Raquel combina con estos elementos el diseño y el color con piedras. «No tengo mucha competencia, pero se me reconoce muy bien», comenta. Hace piezas personalizadas. Raquel ama la caza y es una defensora de la actividad cinegética. «Muchos de estos pueblos viven gracias a la caza», remarca. Es cazadora, además de deportista y le apasiona correr entre las montañas. Es de las partidarias de que el coto del pueblo, uno de los pocos que solo disfrutan los vecinos, se saque a subasta. 

Los cinco de Nocedo de Curueño no han salido de las historias de Enid Blyton que Ana Belén leía de pequeña. Son seres reales que intentan ayudarse mutuamente y cuyos proyectos animan la vida en el pueblo y muestran que en la España vacía o vaciada la palabra derrota no existe.

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