Palabras que ya no lleva el viento
La Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna trabaja desde 2016 con las personas mayores de sus pueblos para rescatar del olvido los topónimos utilizados antiguamente para identificar y ubicar sus recursos
La Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna lleva trabajando desde 2016 en un complejo proyecto para recuperar y cartografiar el patrimonio toponímico extraordinariamente rico que pervive en la zona. Se está llevando a cabo mediante un método participativo en el que se implica a la población local. El objetivo principal es el de recoger los miles de topónimos existentes en el territorio, para preservarlos en el tiempo. Para cumplir este objetivo los técnicos de la reserva recopilan, con la ayuda de los mayores del territorio, los topónimos de todos los pueblos implicados en la reserva conversando con ellos, recogiendo su conocimiento y plasmándolo en mapas actuales georreferenciados que son entregadas a cada localidad participante para que lo custodien y lo traspasen a nuevas generaciones. Los resultados de este encomiable trabajo se elevan al Instituto Geográfico Nacional y quedan incorporados en la cartografía pública disponible a través del visor Iberpix-4.
Hasta el momento, ya se han recuperado 3.500 topónimos y se han cartografíado 19 localidades diferentes, una información que ha sido además digitalizada.
La toponimia es una densa red de nombres con los que antes se podía identificar perfectamente cada parcela, fuente, arroyo, accidente geográfico, ladera, etc.
En un territorio como Omaña y Luna, el cual ha estado habitado y aprovechado por pequeñas comunidades asentadas en núcleos pequeños de población y en los que se aprovechaba al máximo los recursos disponibles alrededor, la toponimia permitía ubicar cada recurso y comunicarlo sin error al resto.
La mayoría de los topónimos presentes en la Reserva de la Biosfera de Omaña y Luna provienen de la época pre-romana. Estos topónimos se fueron transmitiendo de manera oral de generación en generación, durante siglos.
Hoy en día, esto es considerado un importante patrimonio inmaterial con un gran valor arqueológico, lingüístico, cultural, etnográfico y ambiental que se va perdiendo en la memoria de las personas mayores. De hecho sólo permanece en la memoria de las personas mayores de 70 años, que vivieron de niños el sistema económico de subsistencia tradicional, y gracias a esta iniciativa perdurará en el tiempo y estará disponible para toda la sociedad.
Según se explica en el estudio Patrimonio cultural inmaterial en las Reservas de la Biosfera cantábricas: la recuperación de la toponimia en los Valles de Omaña y Luna, la toponimia, en estos espacios montañosos aprovechados tradicionalmente por usos agrarios y ganaderos, es como una invisible pero tupida malla cuyos nudos son palabras transmitidas de generación en generación a lo largo de siglos. El actual abandono rural ha dejado sin utilidad práctica esa malla de nombres y referencias, y el despoblamiento y envejecimiento hacen prever su inminente pérdida definitiva e irremediable. Hoy los topónimos quizá no tengan la utilidad que tenían para los pastores y campesinos hasta hace cincuenta años, pero gracias a estudios como este forman parte de un patrimonio cultural extraordinario.