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El 60% de los visitantes del Cares creen que la senda está masificada

El estudio recomienda no superar los 1.078 visitantes al día en verano, cuando se alcanzan los 4.000

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León

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La Ruta del Cares se ha convertido en el recurso turístico más importante del Parque Nacional de Picos de Europa. El aumento de personas que se acercan a este privilegiado enclave, considerado como una de las rutas de senderismo más espectaculares de Europa y que ya es conocida como la Garganta Divina, ha sido espectacular. De los 193.000 visitantes registrados en 2021 se han alcanzado los 200.000 el año pasado, lo que hace que se lleguen a concentrar en sus casi doce kilómetros hasta 4.000 personas al día en los meses de verano.

Aparte de los posibles problemas de seguridad , que disparan la posibilidad de sufrir accidentes, esta situación hace que la experiencia del visitante no siempre sea positiva y se marche con una sensación de masificación que nada tiene que ver con los valores que debe inspirar un parque nacional como el de Picos de Europa. Esta es una de las principales conclusiones que se desprende del estudio de capacidad realizado por los investigadores de la Fundación Fernando González Bernáldez, que gestiona la oficina de Europarc-España, realizado en el marco del Plan Rector de Uso y Gestión (Prug) del parque nacional.

Para la realización de este estudio se completaron 661 encuestas entre junio y septiembre de 2022 a visitantes, una vez realizada la ruta. El 60% de los encuestados afirmaron haber tenido una sensación de masificación durante el trayecto, por lo que su experiencia no fue «cien por cien positiva». A preguntas de los investigadores, estas personas consideraron oportuno regular o limitar los accesos a la ruta.

El año pasado visitaron la rura más de 200.000 personas. RAMIRO

«Está claro que cuando un turista marcha con la sensación negativa del parque no lo recomienda o transmite esa sensación negativa en su entorno, lo que no es una buena publicidad para el parque», explica el director general de Medio Natural de la Junta de Castilla y León, José Ángel Arranz, tras conocer el estudio que fue presentado al Patronato a finales de diciembre.

«Lo que está claro es que un paraje que tiene reguladas sus visitas —no hablamos de restricción— es mucho más atractivo para el visitante ya que piensa que si está regulado es porque merece la pena, porque tiene una demanda, y porque sabe que va a disfrutar de un entorno sin masificaciones», afirma Arranz, que recuerda que en muchas ocasiones los visitantes llegan a la ruta y se tienen que dar la vuelta por la cantidad de gente que hay, «y eso no es bueno».

El investigador principal del estudio, Javier Gómez-Limón, que ya ha realizado este tipo de trabajos en más de 20 espacios naturales del país, con distintos grados de protección, el último en el paraje natural de San Juan de Gaztelugatxe, en Vizcaya, donde se ha implantado con éxito la regulación de su acceso, explica que son tres los parámetros a tener en cuenta para analizar la capacitación de un espacio.

En primer lugar se analiza la capacidad de acogida física de uso público, es decir, el nivel máximo de visitantes en un espacio determinado y sus accesos. «En este caso ha sido fácil calcular la capacidad de acogida ya que se trata de una sola ruta», explica el investigador. Se aplican distintas fórmulas, como la distancia del sendero, la distancia entre personas y el tiempo que dura la visita y se determina un umbral de acogida física.

El estudio también evidencia una falta de señalización. RAMIRO

Para hacer la ruta con seguridad se establece que en invierno, con diez horas de luz al día, el número de personas adecuado sería de 1.300 al día, en primavera y otoño de 1.447 y en verano, donde ya hay cerca de 14 horas al sol, la cifra adecuada sería de 1.694.

Otro de los parámetros que se analizan es la capacidad de acogida ecológica, es decir, el número máximo de personas con el cual los valores ambientales de este espacio, que cuenta con las máximas protecciones, no se ven alterados, ni sufra un impacto crítico o irreversible.

Por último, se mide la capacidad de acogida psicológica para analizar la percepción del visitante tras la visita a través de encuestas de satisfacción. Se establece que a partir de mil personas al día —hay días de verano que se superan las cuatro mil— se considera masificación. Además, al considerarse como una ruta de alta montaña, se tiene en cuenta también la sensación de miedo que pueda experimentar el visitante en una ruta que transcurre por un desfiladero si se cruza con muchas personas.

Por eso, se calcula que para tener una experiencia positiva no deben transitar por la ruta más de 770 personas al día en invierno, 924 en otoño y primavera y 1.078 en verano.

El estudio de capacidad aconseja quedarse con la cifra más restrictiva, que es la que se obtiene de las encuestas en base a capacidad psicológica, lo que indica que la cifra recomendable para los días de verano son las 1.078 personas al día que divididas entre las 14 horas de sol supondría no más de 77 peronas a la hora en la ruta.

Para conseguir este grado de satisfacción y de seguridad en la Ruta del Cares , Gómez-Limón asegura que lo mejor es regular los accesos con un sistema informático de reserva previa a través de una web, como ya se hace con éxito en otros muchos espacios naturales, sistemas capaces de discriminar el número de entradas por hora para no sobrepasar los cupos establecidos. «Este sistema permite al usuario elegir el día que mejor le convenga y asegurarse así que va a tener una experiencia positiva, sin aglomeraciones. Además, es una manera de desestacionalizar el turismo en la zona que se concentra demasiado en los meses de verano», asegura.

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