Planificación hidrológica ante el cambio climático
El plan de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil contempla 321 actuaciones para proteger las masas de agua y garantizar la seguridad
En el actual escenario de cambio climático y fenómenos cada vez más extremos, la planificación hidrológica es la herramienta más eficaz de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil para prevenir la escasez de agua y mitigar los impactos negativos. Conseguir un buen estado de las masas de agua, evitando su deterioro y realizando un uso sostenible y eficiente que garantice la seguridad hídrica, es el objetivo de esta planificación, «de manera que podamos hacer más con menos recursos y menor impacto, ayudando a paliar los efectos de inundación y sequías e incrementado la resiliencia», explicaron fuente del organismo de cuenca.
El Plan Hidrológico de Cuenca de la Demarcación Hidrológica Miño-Sil es la llave es el camino iniciado para hacer frente al cambio climático y lo hace a partir de un programa de medidas que recoge 321 actuaciones con un presupuesto global de algo más de 443 millones de euros hasta 2027. Incluye estudios específicos de adaptación a los riesgos del cambio climático en la propia demarcación. «En este mismo sentido, el PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) de digitalización del ciclo del agua prevé la movilización de 3.000 millones de euros, de los que 225 millones estarán destinados a la modernización e impulso de la digitalización en los organismos de cuenca», subrayaron fuentes de la Miño-Sil.
En todo caso, este trabajo realizado desde la esfera administrativa estatal debe complementarse con la acción de las propias entidades locales y en eso también se ha detenido la Confederación: «Como administraciones competentes en materia de abastecimiento, deben tomar conciencia de la importancia de realizar un uso eficiente del recurso de manera que se reduzcan las pérdidas en las infraestructuras».
La Miño-Sil también apunta en la dirección de los sectores agropecuario e industrial para que empleen el agua «con la máxima eficiencia», de tal forma que puedan mejorar su actividad reduciendo los consumos.
Prevención, protección, preparación, adaptación y mitigación de los impactos del cambio climático son las bases del trabajo de la Confederación Hidrográfica con el fin último de garantizar la seguridad hídrica para las personas, sí, pero también para la biodiversidad y para las actividades económicas. Así se consiguen evitar conflictos y en esa línea va el lema del Día Mundial del Agua de este 2024: ‘Agua para la paz’. «Cuando cooperamos en materia de agua, creamos un efecto en cascada positivo, promoviendo la armonía, generando prosperidad y fomentando la resiliencia frente a los desafíos comunes». Y esa máxima —defiende la CHMS— «nos obliga a valorizar este recurso natural, finito e imprescindible».