Un solo gesto puede salvar el planeta
El Día Mundial del Agua viene a poner de manifiesto el papel de la sociedad para reducir las consecuencias del cambio climático y para garantizar los recursos hídricos en todos los rincones del planeta. Cada gota cuenta para conseguirlo
El Día Mundial del Agua se centra en el agua y el cambio climático y en la estrecha vinculación que existe entre ambas cuestiones. Con la celebración de este día se pone una vez más de manifiesto que, en función del uso que se haga del agua, se pueden reducir las crecidas y sequías, luchar contra la escasez de ese recurso y su contaminación, y ayudar al mismo tiempo a combatir el propio cambio climático.
El agua es un recurso tan preciado como necesario. Según la Unicef en el año 2050 unos 5.700 millones de personas podrían vivir en áreas donde el agua escasea durante al menos un mes al año.
Por eso, las personas, gobiernos y empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de ahorrar este recurso tan esencial.
El cambio climático acelera esta tendencia de escasez de agua porque las inundaciones, las sequías y el calor tienen un impacto directo en la disponibilidad de este recurso. Cambiar la forma en que usamos el agua ayudará a fortalecer el ecosistema de nuestro planeta y reducirá el riesgo de fenómenos climáticos extremos que provocan que el agua sea escasa y esté más contaminada. Gastar menos agua en la ducha, recolectar y utilizar el agua de lluvia para el cultivo o el saneamiento, o mejorar nuestros sistemas de gestión de aguas residuales son algunas de las medidas que se pueden poner en práctica.
En este contexto la agricultura juega un papel fundamental, por su indiscutible función a la hora de garantizar los alimentos para la población, y por su papel para combatir la despoblación de las zonas rurales. Sin embargo, la reducción progresiva de las precipitaciones por el cambio climático, la necesaria renovación de infraestructuras, y el volumen de agua destinada tanto para uso agrícola como industrial, hacen preciso adoptar medidas con el objetivo de alcanzar la máxima sostenibilidad.
Cerca del 70% del agua disponible se consume en aplicaciones agrícolas e industriales, con aproximadamente 29.000 Hm3/año utilizados para satisfacer las demandas, de los cuales el 70% se destina al riego de cultivos.
Por este motivo, hay que poner en valor el importante esfuerzo económico que está realizando la agricultura, con los regadíos de León, como referente, para modernizar sus infraestructuras con el fin de seguir produciendo alimentos de primera necesidad con el menor coste tanto energético como de agua posible.
Para mantener una alta productividad y seguir siendo competitivos en el mercado, los agricultores deben centrarse en la optimización del consumo de energía y el uso eficiente de los recursos hídricos, a través de una completa modernización y digitalización de sus explotaciones.