BUITRES INVESTIGACIÓN
El turismo de montaña provoca el cambio de hábitos de los buitres, según un estudio
Los buitres leonados han modificado sus hábitos de alimentación y ahora buscan carroña en las noche de verano ante las molestias causadas por el turismo, sobre todo en los meses de verano en las zonas de alta montaña, donde interactúan con perros asilvestrados y lobos, según un estudio publicado en la revista científica Ardeola de SEO/BirdLife.
Los buitres leonados han modificado sus hábitos de alimentación y ahora buscan carroña en las noche de verano ante las molestias causadas por el turismo, sobre todo en los meses de verano en las zonas de alta montaña, donde interactúan con perros asilvestrados y lobos, según un estudio publicado en la revista científica Ardeola de SEO/BirdLife.
Según la publicación, investigadores italianos han documentado en los Apeninos centrales (Italia) el cambio de hábitos en la alimentación de estas aves carroñeras de vuelos diurnos cuando aprovechan las corrientes ascendentes que genera la radiación solar, según un comunicado de la organización.
“La observación de una expansión del nicho trófico de los buitres leonados y, por tanto, del cambio trófico de carroñeros diurnos a carroñeros nocturnos, es un claro ejemplo del impacto de las perturbaciones antropogénicas, como las actividades recreativas en las montañas, en el comportamiento de la vida silvestre”, explican los autores.
Es el primer caso documentado de estas aves que con este cambio evitan la presencia humana. Sin embargo tienen que afrontar durante la noche inconvenientes como la mayor dificultad de vuelo por no existir corrientes térmicas y la interacción con mamíferos como lobos y perros asilvestrados que buscan alimentarse de las mismas carroñas.
Las observaciones se realizaron respetando la vida silvestre, a una distancia de 300 metros, con dispositivos ópticos de gran aumento desde una posición camuflada, para realizar el seguimiento del cadáver de un caballo durante 84 horas y observaron los intentos de alimentarse de los buitres leonados de día y de noche y las diversas interacciones.
Registraron, cómo, en general, ambos cánidos ahuyentan a los buitres, pero los perros parecen tener un efecto más negativo que los lobos, probablemente por su comportamiento tímido, y porque los perros podrían estar asociados a la presencia humana.
El día ofrece a los buitres mayores ventajas de vuelo y menor competencia con mamíferos carnívoros, que son de hábitos nocturnos o crepusculares.
Los autores explican este comportamiento nocturno en función de dos escenarios ventajosos. Por un lado, porque la alimentación nocturna de los buitres leonados puede disminuir la competencia entre ejemplares de la misma especie (se observaron bandadas más pequeñas de buitres comiendo durante la noche).
Y, por otro y fundamentalmente, porque la presencia humana cercana diurna ahuyenta a las aves carroñeras de los cadáveres.
Precisamente, explican, que los prados de montaña junto a robledales y hayedos en los Apeninos donde se realizó el estudio, soporta una gran presión de senderistas y excursionistas en la temporada de verano.
Sin embargo, esta oportunidad de alimentación que esquiva la presencia humana supone también un coste y un mayor peligro de supervivencia para estos ejemplares.
“Además del mayor coste energético del vuelo y los movimientos, debido a la ausencia de corrientes de aire ascendentes durante la noche, los eventos de alimentación nocturna exponen a los buitres leonados a mayores riesgos de depredación por parte de carroñeros nocturnos como perros, lobos y osos”, advierten los autores.
Los investigadores reportaron doce intentos de alimentación (exitosos o no), en los que los buitres intentaron predar sobre del cadáver, desde aterrizar alrededor del mismo, acercarse a él hasta lograr alimentarse.
Además, diez interacciones (ocasiones en las que dos o más especies entraron en contacto) entre buitres y excursionistas, lobos y perros pastores.
Se registraron un número medio menor de buitres leonados que se reúnen y finalmente comen durante la noche con respecto al día, cuando la perturbación humana (43 %) y los perros (29 %) interrumpieron los intentos de alimentación de los buitres.
“Sólo en el 20 % de estas interacciones con otras especies (perros y lobos) los buitres consiguieron alimentarse. Por la noche, el 60 % de los intentos de alimentación totales tuvieron éxito, mientras que sólo el 14 % lo logró durante periodo crepuscular o diurno”, han explicado los autores.