El San Sebastián vuelve a desafiar con su taconeo
Cientos de personas presencian en Laguna de Negrillos el tradicional y solemne auto sacramental, uno de los pocos que quedan en España, y que cuenta con la declaración de Interés Turístico Provincial y Regional
Laguna de Negrillos se vistió un año más de tradición para vivir el Corpus Christi, una vistosa y original celebración marcada en el calendario de la iglesia como una de sus fiestas más relevantes. La cofradía del Señor Sacramentado de la localidad organiza la representación del auto sacramental que gira en torno a la figura de san Sebastián, este año encarnada por José Manuel Murciego Copete.
El joven cumplió con la tradición de una fiesta declarada de Interés Turístico Provincial y Regional dando vida al capitán de la Primera Corte de la Guardia Pretoriana, desfilando con paso lento por las calles del pueblo en una actitud retadora que acaba convirtiéndose en arrepentimiento y redención al ritmo de un esforzado taconeo que requiere una preparación física para afrontar el largo recorrido desde la Iglesia de san Juan Bautista hasta la ermita de Nuestra Señora del Arrabal.
San Sebastián encabeza la procesión iniciada tras la misa, en la que le siguen todos los apóstoles excepto Judas Iscariote, imágenes y danzantes que, emulando a los ángeles, se mueven al son de la dulzaina y el tamborín. La marcha se completa con la presencia de los birrias que, a modo de diablos o guirrios, abren paso durante el desfile.
El evento termina en la iglesia de Nuestra del Arrabal, con el arrepentimiento de San Sebastián. Destacan las impresionantes ‘venias’ o reverencias que el personaje realiza durante el recorrido.
Único en España
Es uno de los pocos autos sacramentales que aún se representan cada año en España. Sus orígenes, un tanto inciertos, se enmarcan en el Siglo de Oro de las letras españolas (XVI y XVII).
La fiesta del Corpus Christi de Laguna de Negrillos, de gran raigambre entre sus gentes, destaca ante todo por su peculiar procesión. Es esta una celebración que parece haber permanecido ajena al transcurrir de los años y en la que se mezclan la luz y el color, lo sagrado y lo profano, la tradición y el mito, el firme taconear de un arrogante San Sebastián y el caminar descalzo de un humilde San Juan Bautista, que hacen de ella un evento de gran valor antropológico y cultural de nuestro país.