Los ganaderos que sufren ataques del lobo piden a Europa ayuda psicológica
Protestan en Madrid por los daños morales y económicos por la pérdida de sus animales
Cerca de una treintena de ganaderos protestaron este martes en Madrid. MARISCAL
No eran muchos en cuerpo (unos 30) pero sí en alma: el de todos aquellos ganaderos que sufren ataques del lobo en sus rebaños y que no han podido acudir a la protesta en Madrid, pero hacen suya la reivindicación ante una situación que les deja consecuencias económicas y emocionales.
Porque el impacto que sufren a nivel psicológico no ha sido muy tenido en cuenta hasta ahora y es algo con lo que no está de acuerdo el ganadero conquense César García, quien ha sufrido ataques del lobo en su rebaño de ovino y caprino.
Ha acudido a Madrid este martes de verano no sólo para reclamar mejores indemnizaciones o una menor protección del lobo, sino para alzar la voz frente a las consecuencias morales que sufren cuando acuden a su explotación de buena mañana y tienen que recoger alguna res desgajada por el lobo.
«Nadie se acuerda de la herida moral que sufro cuando voy a la granja y veo allí a mis ovejas medio comidas, con abortos o agonizando», asevera.
Tal es el impacto que ha soportado que incluso ha pedido, en declaraciones a EFE, que la Comisión Europea cree un comité de psicólogos expertos para estos asuntos.
Se trata, indica, de salvaguardar la «salud mental», un tema del que «tanto se habla hoy en día».
Una idea que apoya el joven ganadero asturiano Borja Fernández, quien ha tenido que hacer frente a esa situación hace tan solo dos semanas cuando se encontró a una de las terneras frisonas herida tras el ataque de un lobo en el centro de recría que gestiona.
«Me la encontré con la pierna totalmente desgarrada» y el veterinario le comentó que la única solución era sacrificarla.
Fernández habla del disgustó que se llevó cuando vio a la ternera «sufriendo», un animal que nació en su explotación y a la que le «has dado los mejores cuidados».
Económicamente aspira a conseguir, si le reconocen el ataque, una indemnización de «1.200 euros, lo que supone el 50 % del valor que habría alcanzado su venta» en el mercado.
Cada mañana se enfrenta «a la incertidumbre de ir a las fincas y no saber lo que te vas a encontrar» por lo que pide a las administraciones y legisladores que «bajen un poco a la tierra» y «hablen con los ganaderos» para buscar soluciones conjuntas.