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Calles desiertas de Almagarinos, ayer por la tarde, junto al mural dedicado a la minería. ANA F. BARREDO

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León

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En Almagarinos, en el municipio de Igüeña, la tarde transcurre entre el silencio de las calles, ya sin los veraneantes, y el sonido de los helicópteros pasando camino del incendio que lleva dos días quemando los montes de Brañuelas y algo del Bierzo, cerca del Manzanal. En el bar, en la plaza dedicada al Parlamento, algunos vecinos disfrutan de una tarde soleada, como muchas otras si no fuera porque el pueblo está confinado. Más abajo, en el cruce con la carretera que va a Folgoso, una patrulla de la Guardia Civil controla que no pasen más que los vecinos y algunos ganaderos y gente de la zona. Ni a Almagarinos ni a Tremor de Abajo.

«Seguirán confinados» hasta verificar que las llamas no avanzan montaña abajo, explican fuentes del operativo de la Junta. «Todavía hay focos», asegura una vecina. «Estuvimos bien informados desde el primer momento, por parte del alcalde y la Guardia Civil», relata. En el pueblo quedan ahora unos 20 vecinos y no parece que nadie esté asustado. «Tampoco eso, estamos tranquilos», dice la misma vecina. Sí es verdad que se vivieron situaciones de peligro, admite el alcalde de Igüeña, Alider Presa, cuando el lunes sobre las siete de la tarde las llamas avanzaron en dirección al pueblo por el fuerte viento y la llegaba de la noche, sin poder volar los helicópteros. «El incendio estuvo relativamente cerca, pero el peligro ya pasó», se congratula Presa, que pone en valor los medios desplegados por la Junta y, sobre todo, la llegada de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias con sede en León. Cuando se avisó de que había que confinar el pueblo, Juanjo, otro vecino, explica que tocaron las campanas. En Almagarinos están acostumbrados a convivir con el monte.