La Junta impulsa la soja como cultivo alternativo en las zonas de regadío
León acapara 135 hectáreas, de las 401 que hay en Castilla y León, el doble que el año pasado
La Junta ha mostrado las posibilidades de la soja como un cultivo alternativo para las zonas de regadío y de alto valor añadido para la industria transformadora, durante una visita a los campos de ensayo del Instituto Tecnológico de Castilla y León (Itacyl) y la empresa Pascual en Arabayona de Mógica, en Salamanca.
La consejera de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, María González Corral, ha destacado durante la visita, en la que también han participado un grupo de agricultores y miembros del Itacyl y Pascual, que este tipo de ensayos «facilita que los profesionales conozcan cultivos con un gran potencial de crecimiento, que les permite diversificar sus producciones de tal forma que obtengamos aquí género rentable que sea de interés para la industria».
Por ello, desde Itacyl, en los últimos años se ha trabajado en diversos proyectos para impulsar el cultivo de leguminosas en Castilla y León, con una inversión en I+D cercana a 1,5 millones de euros.
La superficie de soja en Castilla y León alcanza esta campaña las 401 hectáreas —135 hectáreas en León, 106 en Salamanca y 70 en Ávila—, el doble que el año pasado. En el conjunto de España son 2.498 hectáreas. El interés agronómico de esta leguminosa radica, además de presentarse como una opción para la rotación de cultivos, en su potencial proteico, su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico en el suelo y su menor dotación de riego frente a otros cultivos intensivos.
En concreto, se han realizado dos ensayos de variedades comerciales de soja con dos momentos de siembra diferentes: un ensayo de primera siembra con 21 variedades de ciclo largo, y otro ensayo de segunda siembra con 18 variedades de ciclo corto.
Con estos campos de ensayo se transfiere la información del cultivo a los profesionales del sector y se estudian las distintas variedades de ciclo corto y largo y su adaptación a las condiciones edafoclimáticas de Castilla y León. Además, se analiza una de las peculiaridades de la soja como es la necesidad de inocular en la semilla antes de la siembra la bacteria Rhizobia japonicum, que no está presente en el suelo si antes no se ha cultivado soja, y que la planta necesita para fijar el nitrógeno y aprovecharlo en su crecimiento.
Durante la jornada de campo se ha evidenciado que Castilla y León tiene capacidad para convertirse en una zona productora de soja y, también, para transformar una materia prima de cercanía en productos destinados a alimentación, como harinas, concentrados de soja, bebidas, yogures y salsas, todos ellos con una demanda creciente.
El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León realizó los primeros ensayos de soja con la empresa Pascual en 2005. Ya en 2020 se retomó la colaboración para determinar la adaptación de las variedades y constatar la efectividad de los diferentes inóculos. «Se trata de un buen ejemplo de cómo la colaboración público-privada es una fórmula eficaz para impulsar cultivos alternativos que contribuyan a mejorar la competitividad de nuestro campo», ha afirmado González Corral.