La ciudad nombró hijo adoptivo a un ingeniero con prestigio en todo León
Manuel Diz (y III)
Hoy concluiremos esta serie de entregas centradas en la calle que lleva el nombre del que fuera, allá a principios del siglo XX, ingeniero jefe de Obras Públicas en León y, lo que es más importante para la comarca de La Bañeza, autor del proyecto del puente de Requejo. Les hemos comentado que esta castiza arteria, aledaña a la Plaza Mayor, tuvo en otro tiempo la denominación de calle de la Fuente, como homenaje a la fontana que existiera a la vera del puente de Ferraces o Herraces. La vía, citada en múltiples documentos de la antigüedad, tenía en su parte final una puerta que daba acceso a la villa, lugar donde por cierto se cobraban las alcabalas e impuestos de todo tipo. También estaba aquí la administración de Diligencias que recibía el correo y los carruajes llegados desde León, Astorga, Benavente y Veguellina. Y era lúdico escenario cuando, llegados los festejos de la patrona Nuestra Señora de los Ángeles, la banda municipal dirigida por el señor Murguía ponía una nota de alegría en los corazones bañezanos. En 1899, a un año del cambio de siglo, se derribaron varias casas de la todavía llamada calle de la Fuente, variando por completo su escaparate urbano. Era alcalde por entonces don Ernesto Fernández Núñez y corrían tiempos nuevos, como prueba que a comienzos del mes de septiembre de 1906 se cambiara el nombre de la vía por el de Manuel Diz. La revista leonesa El Fomento, de fecha 10 de septiembre, informaba puntualmente del evento: «En gratitud a lo mucho que por La Bañeza ha hecho el Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la provincia, nuestro estimado amigo y compañero Don Manuel Diz, el Ayuntamiento de aquella ciudad le nombró hijo adoptivo de la misma, poniendo su nombre a una de las calles principales». La obra dejada por don Manuel Diz Bercedóniz en nuestra provincia adquiriría enorme relevancia en las postrimerías del siglo XIX y a comienzos del XX. No hay más que citar la carretera de Ojedo a Riaño cuyo proyecto se acometería en el otoño de 1893, resultando un costo para las arcas públicas de 839.444,59 pesetas. Pero su mayor logro fue, sin duda alguna, el majestuoso puente de hierro que salvaba las aguas del río Tuerto en las inmediaciones del pueblo de Requejo. Un logro fabuloso, de irreprochable envoltorio estético, y que supuso toda una revolución arquitectónica en aquellas conflictivas fechas.