Diario de León

LACIANA

Tiempo para los perros

La Asociación Protectora de Animales de Laciana (Apal) hace un llamamiento a la sociedad lacianiega, y especialmente a los amantes de los animales, para que colaboren como voluntarios activos, ayudando en las tareas de cuidado y manutenc

Una de las voluntarias atiende a los más de 60 canes abandonados que acoge la perrera de Villablino

Una de las voluntarias atiende a los más de 60 canes abandonados que acoge la perrera de Villablino

Publicado por
José Luis Vega Corresponsal de VILLABLINO.
León

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La atención y el mantenimiento de las perreras que han construido en Las Rozas precisa de colaboración desinteresada. Apal recuerda que hay muchos prejubilados «que no saben en que emplear todo su tiempo libre, y esto sería una manera de hacer un bien social». Desde que se puso en marcha esta asociación sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es defender los derechos de toda clase de animales, pero especialmente los de compañía, se multiplica el número de canes acogidos en la perrera, que los voluntarios de Apal han construido junto a la planta de transferencia de basuras. «Por cada uno que se llevan de aquí porque alguien ha decidido acogerlos, nos llegan tres nuevos a la perrera», afirma la secretaria de la asociación, Charo González, que cada día acude al recinto para atender a todos los animales acogidos en estas instalaciones, junto a Davinia, Verónica y Leni. Cuatro voluntarias agotadas Entre las cuatro voluntarias, tienen que distribuirse el trabajo diario para dedicarle una atención adecuada a los canes, empleando un mínimo de cuatro horas para poder realizar la limpieza diaria, darles comida y dejarles un rato de paseo por el interior del recinto. Después de varios meses con un ritmo agotador, afirman que no pueden seguir ofreciendo este servicio sin la colaboración de otros voluntarios que les ayuden a repartirse las tareas. La portavoz de la asociación asegura que «apoyar nos apoya todo el mundo, nos dicen que estamos haciendo una gran labor y no tenemos problemas para recaudar fondos cuando hacen falta, pero a la hora de trabajar no encontramos a nadie que nos eche una mano». En este sentido animan a los amantes de los perros a que se acerquen por el recinto para ayudarles, y las súplicas se dirigen especialmente hacia el colectivo de prejubilados mineros, «porque tienen mucho tiempo libre y pueden emplearlo en hacer un bien social, que además nos permitiría tener esto mucho mas cuidado» Sesenta permanentes El otro grave problema al que se enfrentan los miembros de Apal es al hecho de que la mayoría de los canes acogidos en su perrera son adultos de raza cruzada, lo que no les convierte en candidatos muy atractivos para ser acogidos por una familia, y el número de cánidos acogidos aumenta de forma alarmante. Actualmente hay 60 perros como huéspedes permanentes en las instalaciones que han acondicionado en la zona de Las Rozas, y por cada perro que se llevan les traen otros tres que se han encontrado abandonados. Sobre este tema, Charo asegura que la gente «busca perros de raza, pero la mayoría de estos perros son tan listos o más que uno con pedigrí, y aunque sean adultos, si los atiendes son animales muy agradecidos y cariñosos». Pero sobre todo su mensaje va dirigido a las personas que se están planteando adquirir un perro, y les pide que antes «se conciencien que un perro no es un juguete, es una responsabilidad, son animales que necesitan muchos cuidados y una dedicación permanente, y sobre todo me gustaría que no se regale un perro a gente si no saben con total certeza que les va a gustar». De esta manera se evitarán que a los pocos meses decidan abandonarlos a su suerte en la calle, o por el contrario, que una vez superado el capricho inicial se lo lleven descaradamente al centro de acogida de perros de Apal. Su responsable afirma que el último «nos lo dejaron atado a la cancilla por la noche para que lo cogiéramos, porque no se atreven a dar la cara». Los menos irresponsables optan por llevarlos por la noche a la perrera y los dejan atados a la entrada del recinto o los tiran por encima de la verja para el interior. La mayoría de los animales que llegan al recinto, coinciden en presentar idénticos síntomas de maltrato, mala alimentación, y completa desidia por parte de sus antiguos dueños.

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