Diario de León

Los vecinos de Quintanilla de Somoza creen que el dinero estafado al pueblo no se recuperará nunca

El oro de la discordia, y la pobreza

Ha pasado casi una década desde que Quintanilla de Somoza se vio sacudida por un hecho que, a pesar de los años aún sigue en el recuerdo de sus ve

Publicado por
Miguel Ángel Tranca Redacción - ASTORGA.
León

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Asentada a los pies del mítico Monte Teleno, Quintanilla de Somoza vio como su tranquilidad pasaba a mejor vida hace casi diez años. Resignada a perder su monte tras una expropiación forzosa para uso militar, los millones que el Ejército les indemnizó fueron durante un tiempo el manantial con el que regar obras y proyectos que dotaron a la localidad de unas infraestructuras notables. Pero el dinero siempre llama a la puerta de la codicia y ésta se tradujo en forma de una inversión en oro que acabó en estafa y en un ir y venir de denuncias, encausados, y en suma, de una fractura vecinal que parece haber cicatrizado con el paso de los años. Pero, aún en la mente de los vecinos queda grabado un hecho que dejó las arcas de la pedanía esquilmadas y, lo que es peor, con pocas perspectivas de recuperar lo perdido. La sentencia, a punto de ver la luz, ha devuelto a la actualidad un hecho que para los vecinos aún no está olvidado, aunque sí asimilado. Para Antonio, la resignación es su consuelo. «No creo que vayamos a recuperar el dinero. Pero lo peor de todo fue la división que hubo en el pueblo cuando pasó todo. Ahora, parece que volvemos a ser los de antes. La gente ha sabido perdonar y, aunque eso dolió mucho porque vimos como el dinero que nos habían dado por el monte se esfumó, tenemos que darnos cuenta que sólo la justicia puede devolvérnoslo. Aún así lo veo difícil», asevera. Pesimismo en las caras Junto a su mujer, a la puerta de la casa, Antonio refleja en su rostro la cara de un pesimismo que también es latente en otros muchos vecinos. Una de ellas es Aurora Arce. Con una bata azul y a medio camino de su casa, hace una parada para contar lo que ella piensa del asunto. «El dinero ya está perdido. Hay un refrán que dice que la carne que lleva el gato no vuelve al plato y eso nos va a pasar a nosotros». Para Aurora Pérez, que a pesar del pesimismo no pierde la sonrisa, la de una mujer curtida en mil batallas, «cuando ocurrió todo lo pasamos muy mal. Vimos que tras perder el monte también nos quedamos sin el dinero, que era del pueblo y fue a parar a manos de un señor que nos engañó». Sobre la fractura vecinal que se produjo entre los defensores de los miembros de la Junta Vecinal encausados por haber dado consentimiento a la inversión y aquellos vecinos que no vieron nada limpia esa decisión, Aurora asevera «en su día fue duro porque en este pueblo, aparte del verano, somos pocos vecinos, y si además unos no se hablan con otros para que contarte. Por suerte, los años han servido para que unos perdonasen a otros y aunque no de forma completa, volvieran a hablarse». De la misma opinión es Lucía María Lera. A las puertas de su casa, junto a su marido y un cuñado, Lucía, como así le llaman las vecinas, también quiso dar su opinión. Ella dice no saber de leyes, que eso es para los abogados y los jueces, pero dentro de sí también halla acomodo para el pesimismo, y claro está la resignación. «Si no qué voy a hacer», puntualiza. Para Lucía, «no creo que vayamos a ver nada del dinero que nos llevaron». Con un dicho parecido al de Aurora, Lucía María explica su postura sobre el hecho, «no sólo nos hemos quedado sin el dinero sino que la convivencia, desde aquel hecho, ha ido a peor. Ahora parece que toda la gente vuelve a hablarse, pero, no lo vamos a negar, todavía existen recelos entre unos y otros. Eso, quizás es lo peor que nos ha pasado. Antes, sin el dinero y con nuestro monte, vivíamos bien. Luego nos resignamos a perder el monte pero con el dinero se hicieron cosas. Y al final nos quedamos sin nada».

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