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León

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En cuestión de relojes, a León no la vamos a comparar con Ginebra, por ejemplo. Pero de que tuvo y tiene el tiempo bien medido, no cabe la menor duda. Para ver que León, ciudad y provincia, era gente relojera, no hay más que ver que apenas hay ciudad, villa o pueblo, donde no haya la llamada Calle del Reloj. En el claustro de la Catedral se guarda un reloj antiguo, sucesor de otro anterior. En la catedral de León no hay un reloj como el del Papamoscas de la de Burgos, pero eso es casi seguro para que no suceda como allí en Burgos, que a fuerza de mirar boquiabiertos al personaje, y sus muñecos, se acaba dudando de quienes son más papamoscas, si los de arriba, o los de abajo. Relojes y relojeros. También en cuestión de relojeros tiene León su historia. No hay más que recordar al célebre relojero Losada, natural de Iruela, y relojero en Londres y Madrid - Ministerio de la Gobernación. Y al astorgano Bartolomé Fernández con el reloj del Ayuntamiento, escoltado por los maragatos Juan Zancuda y Nicolasa. Y el reloj de la calle de su nombre en Santa Marina del Rey, que daba las horas en Santa Marina, las medias en Villadangos y los cuartos (dinero) en La Bañeza. El reloj de la torre de San Benito de Sahagún, aunque fue obra de un r relojero palentino, la idea, la instalación y el pago fue del Ayuntamiento y pueblo en Sahagún. No me entretengo más, por si se me pasa la hora y el espacio para hablar de lo que quiero. El relojero Manuel García.- El relojero leonés del que vengo a hablar se llamaba Manuel García. El mismo se presenta en la Escritura así: sépase por esta pública escritura, como yo, Manuel García, vecino de la ciudad de León, Maestro Relojero, estante al presente en esta de Medina de Rioseco, estoy ajustando con el Regimiento de esta ciudad a continuar en componer el reloj que he fabricado, que está sito en la parroquia de Santa María esta ciudad. Esa era su presentación y el enunciado del contrato de su obra del reloj en la iglesia de Santa María. Naturalmente en la escritura se concretan las condiciones del contrato y otros detalles. El reloj era de hora, de hora y media con su muestra y mano que rige el artificio del reloj. Manuel García se comprometía a asistir el reloj durante seis años, desde 1715 a 1721. Se comprometía a darlo fabricado en perfectas condiciones y a venir una vez al año para la revisión de cuerda, pesas y artificio y siempre que se le avisara por cuestión de algún desarreglo, bajo multa de cien reales, si no viniere. Advirtiendo que si fuera por roce de cuerdas, maromas y pesas, el pago correría a cuenta de Rioseco. Datos interesantes.- Por la asistencia al reloj, la ciudad le pagaría 400 reales al año. El viaje de León a Medina lo ponían en un tiempo de ocho leguas por día, es decir, unos cincuenta kilómetros. Lo que quiero decir, que el buen relojero se pasaba todo el día para ir de León a Medina, a menos que tomara algún atajo, pues la distancia entre ambas ciudades era en torno a los 70 kilómetros. Y naturalmente hay que contar algún descanso y refrigerio para caballo y caballero, porque tratándose de relojes y relojeros, hay que pensar en alguien que sabe medir el tiempo. Es interesante reparar en todos los detalles de la Escritura que firman el relojero Manuel García y el Síndico, don Santiago de Zamalave, a 20 de agosto de 1715, ante Luis Marjón. No sé si el actual reloj de la torre de Santa María será aún el que hizo Manuel García en 1715. Lo dudo. Lo que sí sé es que en Santa María se han hecho obras nuevas interior y exteriormente. Y también que el Ayuntamiento, que está abajo de la iglesia, es nuevo. Como también sé que hasta hace poco, el párroco de la iglesia de Santa María era leonés y también el señor alcalde. No sé si ambos estarían al tanto de la historia del reloj, obra de un compatriota en 1715. Que ambos eran amantes de los relojes, de los relojeros y de muchas cosas más de León y de Rioseco, puedo afirmarlo con causa y fundamento.