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Una calle marcada por la devoción de la ciudad a esta advocación mariana

Angustias

Una gran multitud aguarda el Miércoles Santo el reparto del potaje, en la capilla de Las Angustias

Publicado por
León

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La pasarela costumbrista que ofrece La Bañeza en sus rincones más históricos y característicos, como bien puede ser esta calle de las Angustias, combina las huellas del pasado con la necesaria adecuación a las obligaciones del tiempo presente. En primer lugar debemos decir que nos encontramos en el conocido, ya desde época medieval, como Barrio de las Angustias, en homenaje a la ermita y la Cofradía que llevan el nombre de tan querida y venerada Virgen. Incluso existió antaño una vía denominada como del Barrio de las Angustias, término que fue sustituido en su rótulo por el de Ramón y Cajal a partir del verano de 1922. Y es precisamente en la calle Ramón y Cajal de donde parte nuestra calle protagonista, surgiendo en primer plano y a mano derecha la tradicional estampa de la capilla dedicada a Nuestra Señora de las Angustias, todo un reducto de fe y espiritualidad. Cronistas como el Padre Albano han rastreado antiguas referencias a la Cofradía de las Angustias que se remontan al lejano siglo XVI. En 1592, por ejemplo, el mayordomo acordaba con el autor Juan Granasa, residente en la villa, para que escribiese una obra sobre el Espíritu Santo a representar en la festividad de Pascua, mientras que el día siguiente el drama estaría centrado en el martirio de San Esteban. Ambos debían hacerse «a lo divino y a lo español», comprometiéndose el autor a responsabilizarse tanto de la música como de la tapicería. El ejemplar más antiguo que se conoce de la Regla de las Angustias, según recoge don José Marcos de Segovia en sus eruditos trabajos sobre La Bañeza, está fechado en 1615 y su aprobación lleva la firma de don Antonio de Cáceres, el entonces obispo de la diócesis. Sus miembros estaban plenamente integrados en los avatares sociales de la ciudad, tal como prueba la visita que realizaron al Ayuntamiento, en 1656, los mayordomos Juan Gordón, Cristóbal Álvarez y Juan Villarroel. El motivo era solicitar ayuda económica para los festejos en homenaje a la patrona, propuesta que fue atendida ya que «sus mercedes mandaron que de los propios de esta villa se les dé cuatro ducados para ayuda de hacer las barreras como es costumbre, y para ello se dé libranza». Nuestros antepasados sentían tal veneración por la Virgen de las Angustias que, con fecha 11 de marzo de 1880, se expuso al público el siguiente comunicado: «La Diputación de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias ha acordado, para evitar los disgustos que ocurren todos los años entre los devotos que quieren tomar el ramo para hacer la novena en lo sucesivo, el devoto que quiera tomar dicho ramo se dirigirá al Juez de la expresada Cofradía quien lo entregará al primero que lo haya solicitado».

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