«Celebramos los diez años del grupo como homenaje a los chicos que han pasado por él»

-El Grupo Alma celebra su décimo aniversario, pero ya llevaba cantando, sin este nombre, algunos cuantos más. -Hace catorce años, sin ser aún el Grupo Alma, comenzamos allá por la Navidad. Tras un tiempo, el párroco de El Salvador, Arturo Cabo, insistía en que le pusiéramos un nombre, pues no lo teníamos, y, al final, tras aparecer en la prensa como el grupo de Sara y Tista, nos decidimos por Alma. El nombre integra la música religiosa, que dirigimos a Dios, y la consideramos la pare más importante del ser humano. Como se dice en El alcalde de Zalamea, «al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios». Además, también los instrumentos de cuerda tienen una parte denominada alma. -¿No se han encontrado con quienes consideraban que meter la guitarra en la iglesia era «progre»? -Con el Grupo Alma, no, pero sí nos ocurrió esto, en especial, cuando aún éramos unos chavales. -¿Su repertorio es el de siempre o incluye novedades? -Hemos cantado entre doscientas y trescientas canciones, recogidas entre las que escuchábamos de niños hasta una que se titula Pescador, que ha tenido mucho éxito en La Bañeza y que se la hicieron al Papa cuando fue a Méjico. En una ocasión, en Nuestra Señora del Valle, cantamos la Misa campesina nicaragüense, que popularizaron artistas como Ana Belén, Miguel Bosé, Sergio y Estívaliz... Corría el año 95 o 95 y tuvimos que adaptar el gloria y añadimos la Plegaria del labrador, de Víctor Jara, en el Padre Nuestro, ya que esta misa no tiene esta oración. Luego, por ejemplo, Siembra paz es nuestra y estamos componiendo una misa entera. -¿Se eleva el espíritu con la música de Alma? -Hemos vivido momentos de tanta emoción que no se pueden ni imaginar, porque cantamos en la iglesia pensando lo que decimos y diciéndoselo a Dios, aunque para los chavales del grupo no supone lo mismo que para nosotros. Este grupo nos ha dado más satisfacciones que cualquier otra actuación musical de las que hacemos, precisamente por su altruismo, porque no cobramos por cantar. -Cuántos niños han pasado por Alma y cómo se les convence para que toquen cuando ir a misa no es una moda. -Unos doscientos chavales. Quizá hace falta un caldo de cultivo previo, que viene por la familia, pero también hay que reconocer que, en algunos casos, los chavales no procedían de familias religiosas. Lo importante del grupo es el valor humano de estos chicos y chicas, que ensayan y siempre están de buen humor. Precisamente, este aniversario se lo dedicamos a ellos. El problema es la constante renovación -los chavales crecen, se van a estudiar...-, que te obliga a empezar desde el principio. Sin embargo, hemos conseguido evolucionar y ellos ahora cantan, hacen voces, algún solo... Son amigos entre ellos y esto es una ventaja, a pesar de sus distintas edades, extracción social y diversidad de ideología.