Incosa ha informado que los muros tienen un 44% menos de fuerza que la exigida en el proyecto
REHABILITACIÓN ACCIDENTADA EN TORAL DE LOS GUZMANES
material que no se empleó o con el dinero. El alcalde, Enrique Pardo, niega que se haya producido un desfalcó y achaca a un defecto subsanable la paralización «momentánea», según él, de la obra. Sin embargo, la suspensión de la reforma puede traer consecuencias «muy negativas para el municipio», según estima el concejal popular, como la anulación de la subvención que el Ministerio de Fomento comprometió para rehabilitar la cuarta torre del castillo si se incumplen los plazos de la rehabilitación. En la firma del acuerdo entre Fomento y el Ayuntamiento, el pasado 9 de diciembre, se especificó que el ministerio aportaría 150.253 euros (25 millones de pesetas) con cargo al ejercicio presupuestario del 2002 y que se debía justificar antes de junio del 2003. La inyección económica para este año asciende a 270.460 euros (45 millones de pesetas), justificables a mediados del 2004, más los 180.300 euros (30 millones de pesetas) que aporta el Ayuntamiento lo que sitúa «en el límite el cumplimiento de los tiempos marcados para la reconstrución de la cuarta torre», apunta. El alcalde niega que las subvenciones corran peligro y confía en que las obras puedan retomarse en los próximos días, tras recibir el informe de Incosa sobre la resistencia de los muros y modificarse el proyecto constructivo si es necesario. «Nadie más interesado que el equipo de Gobierno -aclara Pardo- en concluir la restauración del castillo de los Guzmanes, que puede ser un atractivo turístico, sobre todo, al instalar un hotel de unas 24 habitaciones en esa cuarta torre». Para el alcalde, sólo se ha producido un impás entre la primera y la segunda fase de las obras para supervisar la estructura de los muros de carga. La oposición insiste, no obstante, en que quieren tener «la seguridad de que el edificio se realiza en condiciones, ateniéndose a un proyecto serio y no remendándose ahora con una chapuza, con unos ladrillos que no pegarían», dice Enrique Haya. La puesta en marcha del hotel, que quedaría en manos de alguna familia de Toral de los Guzmanes, sería un revulsivo para una zona fuertemente castigada por la reconversión agrícola y ganadera, por el envejecimiento de la población y el descenso en el número de habitantes censados. Con una buena promoción, las visitas al castillo del siglo XIII, al museo del Botijo que se ha instalado en el recinto y que expone más de 2.500 recipientes, junto con la biblioteca y el restaurante que ya funcionan, podrían dar movimiento a una localidad que se quedará dentro de un año al margen de la autovía León-Benavente. La reforma de la cuarta torre debería estar finalizada en un plazo de diez meses. Su ejecución dependerá del retraso que pueda suponer el volver a acometer o rehabilitar la primera fase de los muros de carga.