Pardo: «Si hay que tirar el muro se tira, pero forrándolo de ladrillo se soluciona»
El alcalde de la localidad de Toral de los Guzmanes, el socialista Enrique Pardo, reconoce que el Ayuntamiento ha detectado ciertos defectos en los muros perimetrales que ya se han construido como base de la cuarta torre. Por eso se encargaron varios informes de resistencia a la empresa Incosa. En las primeras evaluaciones se determinó que la fuerza que debían poseer los siete primeros metros de altura de las paredes de hormigón era inferior a la que constaba en el proyecto arquitectónico. La dureza de esos muros es importante, porque sobre ellos se edificará el resto de la torre, que alcanzará los 15 metros de altura y que estará rematada con un tejado. Además, su interior debe ser seguro, porque la intención municipal es habilitar en esas cuatro plantas un hotel dotado con ascensor y servicios. El alcalde asegura que «no hay peligro» y que esos muros «no se van a venir abajo», como ocurriera hace años cuando se reformó la torre Noroeste del castillo. Según explica, «si los muros debían resistir 200, las pruebas han demostrado que resisten 120, pero sigue siendo un margen muy amplio para soportar la estructura de la torre, porque en el proyecto se había diseñado con exageración el porcentaje de peso que aguantarían». Pardo, no obstante, reconoce que el Ayuntamiento hará caso del nuevo informe que presente en los próximos días la empresa Incosa. «Si hay que tirar el muro -asegura- se tira, pero forrándolo con ladrillo se soluciona». Los ladrillos, según la opción que se baraja para reforzar las paredes, evitarían también que la erosión del agua y del hielo desgastase los muros, algo que ya ocurre con sólo arañar el material, como puede verse en la fotografía. El PP denuncia que el problema sobre la debilidad de los muros radica en que se utilizó menos cemento que el estipulado en el proyecto. Una cuestión que el alcalde no desmiente, pero a la que resta importancia, porque, según él, fue decisión del aparejador «para no dar tanta coloración blanca a las paredes». Pardo indica que, quizás, la mezcla de areniscas era también demasiado fina, pero que esos posibles errores se subsanarán. «No ha habido intencionalidad de quitar el cemento por ahorrar el dinero o para que alguien se lo embolsara, ha sido una cuestión estética», matiza. La empresa constructora de esa primera fase asumirá los costes que suponga subsanar los defectos, bien construyendo de nuevo los muros o cubriéndolos con ladrillo.