La cofradía de la Santa Vera Cruz
La iglesia es de una sola nave, estilo ojival y desahogadas proporciones, distinguida además por la gallarda espadaña de excelente andamiaje estético. Durante los siglos XV y XVI se abrieron en su interior diversas capillas que sirvieron como lugar de enterramiento para los Junco, Osorios y Escobares, las familias más linajudas de la ciudad. Y después de una profunda restauración, se abriría de nuevo al culto el 2 de agosto de 1884. Debajo del coro y en el siglo XVI se construyó la capilla de la Vera Cruz, muy reformada tras los graves desperfectos sufridos durante las acometidas bonapartistas. Ahora es una dependencia propia, con puerta de entrada exterior en la que puede leerse: «Reedificose reinando, /el monarca más amado, / el rey más deseado, / el séptimo don Fernando». La cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón se pierde en la nebulosa memoria de los tiempos, pues sus primitivas ordenanzas y estatutos ya fueron reformados en 1568. En una carta que aún se conserva, fechada en Roma el día 2 de mayo de 1580, Alberto Martínez de la Mata se dirige a los hermanos congratulándose porque la cofradía había aceptado unirse a las de Confalón. La cofradía de la Vera Cruz, igual que la de los Palmeros o San Esteban, se dedicaba a ayudar a enfermos y necesitados, con una vocación de solidaridad que fue su mejor seña de identidad. Al igual que en la antigüedad, sigue con su sede en el convento de San Francisco y estrechamente vinculada a la Semana Santa astorgana. Durante el verano del año 2000 pudo verse en su capilla museo una exposición que mostraba gran parte del patrimonio histórico de la hermandad, destacando pasos como el Ecce Homo, El Crucificado o el Yacente con el que se recrea el Desenclavo cada Viernes Santo.