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León

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Para su confección consultaría innumerable fuentes y libros anteriores. Tal como señala don Matías Rodríguez, apenas contaba 26 años de edad y su tratado causó el asombro general en el mundo de las letras, elevándole a un puesto principal entre los críticos de la época. Su labor de crítica, de historia y meditación, no solo profundizaba en los conocimientos que se tenían de la literatura clásica española, sino que también abarcaba la panorámica intelectual del resto de las naciones europeas. Pero los pesados trabajos minaron su delicada salud, provocando que sus superiores le ordenaran abandonar la celda del Escorial para viajar al clima privilegiado de la «antigua Jauja del Perú». De poco sirvió su llegada al Nuevo Mundo pues en 1903, a la edad de 39 años, moría en Jauja el Padre Blanco, mientras preparaba una nueva obra sobre las literaturas regionales. La noticia causaría tremenda conmoción en Astorga y el Ayuntamiento, deseando perpetuar la memoria de uno de sus más esclarecidos hijos, acordó en la sesión del 12 de diciembre de 1903 imponer su nombre a la calle de las Torrecillas, además de promover una suscripción popular para la instalación de una lápida que habría de colocarse en la casa donde él nació. Efectivamente, a pesar del devastador paso del tiempo, aún puede verse no sin ciertas dificultades la inscripción que recuerda al «insigne literato y eminente crítico/ Fr. Francisco Blanco García/ de la orden de Agustinos/ nació en esta casa el 3 de diciembre de 1864/ murió en Jauja del Perú en 1903/ La ciudad de Astorga dedica este recuerdo a/ su esclarecido hijo, gloria de las letras patrias». Digno reconocimiento al autor de un trabajo soberbio elogiado incluso por Menéndez Pelayo, corrector de los últimos volúmenes de la obra, muerto ya su autor. A finales del mes de agosto de 1904 se descubrió esta lápida, con un acto en el que ocupaba lugar preferente su hermana Anselma. Don Marcelo Macías pronunció aquel día unas palabras que resultan idóneas para cerrar esta semblanza: «Los pueblos que honran a sus hijos beneméritos dan gallarda prueba de cultura. El Padre Blanco triunfará eternamente de las tinieblas del tiempo y del olvido de los hombres».