CRÓNICAS PÉSICAS Pedro V. Álvarez Collar
El patsuezo
Hablaron largo y tendido durante la presentación de su último libro Pol sendeiru la nueti, Roberto González-Quevedo y Julio Álvarez Rubio, hijos ambos, al igual que lo somos todos los nacidos en la época, de los calechos, de aquellos calechos que murieron con la llegada de la televisión, a comienzos de los sesenta. El progreso tiene estas cosas, viene a llenarnos de adelantos y se va comiendo nuestras tradiciones más arraigadas. Porque arraigados estaban los filandones y calechos al amor de la lumbre, en aquellas interminables noches de invierno, donde se hablaba de lo divino y de lo humano, de cosas tan llenas de misterio que han quedado clavadas en nuestras almas y forman parte inseparable de nosotros mismos. Pues por muy arraigados que estuvieran, que ya digo que lo estaban, murieron al ir imponiéndose la caja tonta como uno más de la familia. Hablaron en la presentación del último libro de Roberto, del patsuezo, nuestra lengua vernácula, ya que en su parcial desaparición también contribuyó grandemente la televisión. Siempre he puesto como ejemplo de esto a mi abuela Natalia Herrera, mujer cuya única lengua siempre ha sido el patsuezo, lógicamente entremezclado con el castellano. Pues mi abuela, gran lectora de todo lo que caía en sus manos, desde que en la posguerra comenzó a leer aquellos novelones de amor de más de mil páginas, y que a pesar de ello nunca perdió su manera de hablar el patsuezo; cosa que si hizo una vez llegaron aquellos insufribles culebrones de la sobremesa. No quiero decir que al verlos llegase a hablar con un deje caribeño, pero si fue perdiendo el habla patsueza y adquiriendo el castellano parcialmente en su forma y acento. El patsuezo, pachxuezu, pachuezo, pal.luezo, fala, bable occidental o como lo queramos denominar es el habla arcaica, utilizada desde hace más de dos mil años por los habitantes de Laciana, Babia, Omaña, Luna, Palacios del Sil y otras zonas limítrofes, dentro de León y de Asturias. Roberto González-Quevedo es el actual secretario de la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA), máximo organismo que, al igual que la Real Academia de la Lengua Española (RAE) limpia, fija y da esplendor a la lengua castellana, ellos procuran hacer lo mismo con el bable, dentro del cual se encuentra el patsuezo. Si Roberto González-Quevedo, desde el oportuno foro que le ofrecía la presentación de su última publicción en la Feria del Libro de Villablino, reclamaba apoyos para preservar el patsuezo, deben de tomar nota los políticos. Máxime si están calentando motores para la campaña de las elecciones municipales. Y nosotros debemos de luchar porque todo aquello que forma parte de nuestras vidas, las tradiciones no tan lejanas y sobre todo nuestra vernácula lengua, el patsuezo no terminen perdiéndose y siendo pasto de una élite estudiosa. Debemos de tratar de que aquello que perduró a lo largo de los siglos no desaparezca en cuatro días, por desidia y abandono institucional. Por eso, como digo, nuestros futuros gobernantes deben de contemplar el estudio y la defensa del patsuezo, y nosotros debemos de exigírselo, y debemos de premiar al que así lo haga con nuestro voto. No se trata de mirar atrás y pensar que en un futuro todos vamos a hablar en patsuezo, pero si se trata de conservar y defender el habla que siempre tuvimos por estos valles, no decir que todo esto es un invento de hace cuatro días...