El 30 por ciento de la energía eléctrica que se consume en España procede de centrales nucleares
Almacenamiento de residuos radiactivos
Los residuos nucleares de baja y media actividad tardan 30 años en perder su radiactividad
Al cementerio nuclear de El Cabril (Córdoba), en el que se almacenan los residuos de baja y media actividad procedentes de plantas siderúrgicas, hospitales, industrias y centros de investigación, le quedan menos de 20 años de vida útil. ¿Qué pasará después? Hace más de un siglo que los elementos radiactivos son utilizados en la vida cotidiana. Además de sus aplicaciones industriales, conviene recordar que el 30% de la energía eléctrica que se consume en España procede de las centrales nucleares, que los hospitales administran sustancias radiactivas de rápida eliminación para diagnosticar y curar enfermedades o que las radiaciones ionizantes se emplean para conservar algunos alimentos. La polémica surge cuando se plantea el destino del importante volumen de residuos que generan estas actividades, clasificados como de baja, media y alta actividad. Estos últimos (160 toneladas anuales) son los más problemáticos, proceden del combustible gastado en las centrales nucleares y necesitan varios cientos de miles de años para que pierdan su radiactividad. En cuanto a los de baja y media actividad, generados por las instalaciones que trabajan con material radiactivo, su destino es el único cementerio nuclear existente en España, ubicado en El Cabril (Córdoba). Hasta el año 2018 Los residuos que recibe El Cabril proceden de las centrales nucleares (60%), plantas siderúrgicas (35%) y hospitales, laboratorios y centros de investigación (5%), siendo transportados semanalmente hasta sus instalaciones en camiones especiales. Su origen son más de 600 puntos de la geografía nacional que en su mayor parte perderán su actividad radiactiva en 30 años y todos ellos serán totalmente inocuos en 300. Durante el año pasado el cementerio nuclear cordobés recepcionó 2.000 metros cúbicos de esta basura que almacena en unas grandes celdas de hormigón con paredes de 0,5 metros de espesor. Según se indica en la memoria de Enresa, empresa encargada de la gestión de los residuos nucleares, ya se han llenado 12 de las 28 celdas, con un volumen de 22.350 metros cúbicos (el 45% de la capacidad total), lo que supone que le queda una vida útil hasta el año 2018. ¿Qué pasará entonces? Según se recoge en el proyecto oficial, el sarcófago deberá ser sellado con una cubierta de hormigón a la que se añadirá una capa de materiales impermeables de dos metros de grosor. El resultado final será una colina cubierta por un manto vegetal bajo la que permanecerán 50.000 metros cúbicos de residuos durante cientos de años hasta que pierdan sus efectos radiactivos o se descubra cómo reducir su longevidad. Además, las estructuras de almacenamiento están concebidas para afrontar un terremoto de 7,5 grados y cuentan con un sistema de control para detectar posibles filtraciones.