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Proyecto Hombre rehabilita a siete jóvenes en los primeros seis meses de su nuevo programa

El 90% de los adolescentes han probado las drogas de diseño o fumado «porros» Veinticinco de las 41 mujeres adictas y con hijos dejaron la residencia

Los 30 casos de nuevas adicciones atendidos se multiplicarán por diez en cuatro años

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Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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Nueve de cada diez adolescentes bercianos de más de 16 años han fumado en alguna ocasión un porro, o han probado las nuevas drogas de diseño, según las estimaciones de la Fundación Proyecto Hombre. La institución dedicada a luchar contra las drogodependencias alertó ayer del alarmante aumento del consumo de nuevos estupefacientes entre los más jóvenes y advirtió de que los 30 primeros casos atendidos dentro de su nuevo programa de rehabilitación en sus primeros seis meses de funcionamiento se multiplicarán por diez en un plazo de dos a cuatro años si continúa la tendencia actual. «Se trata de adicciones que empiezan a crear más problemas cuando han pasado cinco años de consumo. Es entonces cuando los padres comienzan a pedir ayuda», explicaba ayer el director de Proyecto Hombre en el Bierzo, Jorge Peña, durante la presentación del balance anual de la institución vinculada al Obispado de Astorga y a Cáritas. Peña puntualizó que no todo aquel que prueba las nuevas drogas termina siendo adicto, pero dejó claro el riesgo que corren los jóvenes que entran en contacto con las pastillas o los porros durante los fines de semana. «Se empieza por consumir durante los fines de semana, luego se pasa a probarlo entre semana también, para acabar siendo adicto. Nos enfrentamos a un problema grave en pocos años», adelanto. Escuela de Padres Peña anunció que la institución colaborará con el Ayuntamiento de Ponferrada para crear una Escuela de Padres que oriente a las familias con hijos adictos a las nuevas sustancias. El nuevo programa de Proyecto Hombre para combatir las nuevas adicciones ha tratado en sus primeros seis meses de funcionamiento a 30 jóvenes. Siete de ellos han conseguido rehabilitarse. Tres fracasaron. El programa experimenta un método nuevo en la práctica de Proyecto Hombre al tratarse de jóvenes que continúan residiendo con sus padres y estudiando y que acuden o reciben la visita de un terapeuta. Al ser un programa ambulatorio, los tiempos de rehabilitación se acortan respecto a los dependientes de sustancias más tradicionales como la heroína, que residen en la comunidad abierta en Fuentesnuevas. La doble dependencia de la droga y de su pareja explica que 25 de las 41 participantes en el programa especial de rehabilitación para mujeres con hijos a su cargo hayan abandonado o hayan sido expulsadas de la residencia abierta en Fuentesnuevas durante su primer año de funcionamiento. «Se trata de casos más difíciles de tratar porque hay una doble adicción, a la sustancia y su pareja. Algunas vienen con malos tratos y a pesar de eso, cuando se han recuperado intentan conectar de nuevo con su pareja, cuando no es el que rápidamente aparece o pide ver a sus hijos. Entonces ellas abandonan siguiéndole a él», aseguraba ayer Jorge Peña. En el caso de las expulsiones, cinco en un año, los responsables de Proyecto Hombre anteponen la tranquilidad de los niños que residen en la comunidad terapéutico cuando se producen actitudes violentas o cuando se comprueba que la ingresada sufre algún tipo de patología psiquiátrica que la fundación no está preparada para tratar. «Hay que tener en cuenta que estamos en un ambiente con niños y nuestra prioridad es salvaguardar al menor». En el último año se ha producido incluso un nacimiento en el seno de la residencia. El servicio de Menores, que tiene la tutela de los niños también tuvo que llevarse a tres de ellos por la actitud de la madre no estaba siendo la adecuada, según Peña. Las mujeres del programa reciben tratamiento de desintoxicación, pero también formación profesional. El objetivo es formarlas en nuevas actividades alejadas de los empleos que tradicionalmente se le asignan a mujeres sin preparación para salvaguardar su independencia económica. Ninguna de ellas recibe el alta sin tener garantizado un empleo. En un año, tres han conseguido rehabilitarse.