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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Las piezas del mecano van encajando; y en caso de que hubiese dudas, ya sabes, se recurre a la UPL. Ya está el tinglado montado, así que ahora a esperar que no se caiga el sombrajo, y al circo de la Diputación que esa es otra; que seamos capaces de aguantar cuatro años sin taquicardias. Se despejó la incógnita y Perandones hizo un acto de fe al estilo medieval encendiendo él mismo la hoguera; fue una pequeña cura de humildad, un propósito de enmienda en sus errores y pidió la absolución, o sea un poco de árnica, para restañar las heridas que, dijo, «están todas cicatrizadas». Los astorganos, querido, unos respiraban como si hubiera entrado una bocanada de aire fresco en el caluroso salón de sesiones, cuando Barriales ratificó su abstención; otros disimularon porque ya había corrido la voz; y buena parte de la gente hacía votos para que los cuatro años pasen cuanto antes. Dice nuestro espía que hay muchas lecturas del desenlace de Astorga; como es un malpensado ha comenzado a atar cabos con lo ocurrido en León, Villafranca y otros puntos, aunque hayan dejado a cuatro leonistas ir por el monte solos haciendo su santa voluntad, con lo cual logran un marchamo de independencia que no tienen y aparecen como buenos de la película. Con seguridad, Astorga tendrá como faro y guía el proceso leonés; cuando allí se resfríen aquí habrá estornudos. Ahora, a esperar acontecimientos; en breves días Juanjo dará a conocer la composición del equipo de gobierno, con la puerta abierta a colaboraciones puntuales de los otros grupos. Claro, hermano, que dice el espía es el único camino que le queda a Perandones, entre otras razones porque sabe muy bien que sin esa colaboración -de una u otra parte- poca cosa podrá lograr, pues uno u otro, o ambos a la vez, le tascarán el freno cuando se les antoje y harán que el PSOE doblegue la cerviz. De todas las maneras, hermano, Perandones con la cuquería que le caracteriza, acumulada a lo largo de estos años por poco usada, ha arrojado el guante para que los otros nueve lo recojan, si es que están por ello. En esa misma jornada de investidura lanzó un mensaje que muchos astorganos entendieron. En el balcón municipal, custodiando la enseña nacional, ondeaban las banderas de la autonomía y de la provincia. Era como una señal, no se sabe si de humo, en la que se condensaban las intenciones de restañar y cicatrizar heridas. Miradas, y vistas, las cosas con la imparcialidad debida, la solución astorgana era la lógica, la que tenía que haberse dado en otros muchos municipios en los que, de una y otra parte, se ha hurtado la voluntad de los votantes por las componendas, y por ende la Alcaldía al grupo más votado. Pero como en política nada es cierto, ni nada es mentira porque cada partido ha pedido un diferente cristal a Campoamor, nada está asegurado por ser el arte de lo imposible, la pirueta leonesista pudo propiciar otras muchas componendas. Y en este punto es cuando los astorganos hemos de pedir sensatez, paciencia y modales a los 17 «hombres buenos» del concejo que, con nuestros votos hemos colocado en el salón de la Casa Consistorial; que miren por Astorga y los intereses vecinales y que busquen el consenso, al que por otra parte están obligados. Y así mismo, hermano, yo diría que nadie hable de traidores, u otros apelativos.